sábado 23 de marzo de 2024
1683464726564.jpg?&cw=1920&ch=950
¿FANTASÍA O REALIDAD?

A 40 años del mito más grande de La Plata: la noche que llegaron los extraterrestres

Era 1983 y en la periferia platense corrió el rumor de la presencia de seres extraños. Testimonios de un fenómeno que aún arroja una sombra de misterio.

--:--

(El siguiente texto forma parte del libro "Mitos y leyendas de La Plata. Breve historias urbanas", La Comuna Ediciones, 2006, escrito por Ramón Tarruella)

 

Los niños se asomaron a la esquina y a los gritos anunciaron la llegada de la camioneta de "la tele". "Son los de Nuevediario", gritaron unos. "Es él", informaron otros, más entusiasmados. La camioneta frenó a mitad de cuadra. Bajaron dos hombres en silencio. Una voz de orden llegó de adentro y allí estacionaron. 

Lee además

Era la camioneta de "la tele". La de Canal 9 Libertad. Y el que bajó, micrófono en mano, delante del "Chango", el camarógrafo, era José de Zer, periodista estrella. Era el año 1983. Y el lugar Villa Montoro, un barrio a las afueras de La Plata.

Nadie recordaba quién fue el que los vio primero. Eran muchos los que se atribuían el hallazgo. Otros, además de atribuirse el hallazgo, sumaban la descripción de la nave que los trajo al planeta tierra. Todos los vecinos de Villa Montoro, niños y ancianos, hombres y mujeres, acordaron algo: que se trataba de enanitos y de color verde. 

Hubo otra coincidencia más: el lugar de la aparición. Según los testimonios, los enanitos verdes habían aparecido en un bosque, de noche, custodiados por árboles cómplices. Algunos decían que hablaban, voces guturales, risas maléficas y agudas, diálogos escuetos, inentendibles. Otros, si bien sostenían que los habían visto, desmentían la versión de las voces y los diálogos.

Según los testimonios, los enanitos verdes habían aparecido en un bosque, de noche, custodiados por árboles cómplices

El barrio entero hablaba de los enanitos verdes. Y de inmediato la noticia llegó a Capital Federal y los medios se hicieron eco del caso. Ese día, cuando José de Zer apareció en Villa Montoro con la camioneta del canal y con el "Chango", el camarógrafo más famoso de la televisión argentina, todos quisieron hacer válida su versión. 

LOS E.T. CRIOLLOS 

El barrio no hablaba más que de los enanitos verdes. Las muchachas, solteronas y al borde de los treinta, echaban la culpa de su soledad a la aparición de estos seres luminosos; las madres los acusaban de las discusiones con el hijo mayor o con el esposo; las abuelas vaticinaban la llegada, al fin, del mundo moderno. 

Y los niños salían de noche, linterna en mano y en patota, a buscar a los visitadores color verde, orgullosos de tener en su propio barrio una suerte de E.T. criollos. 

La noticia salió inmediatamente en los diarios

El diario platense "La Gaceta de la Tarde" titulaba cada día alguna noticia sobre los enanitos. El testimonio de un vecino que los había visto. Hipótesis sobre el lugar de su origen. Fotos, demasiado difusas, que insinuaban su presencia. Y garabatos que simulaban reproducir a estos seres extraños. 

Las ventas de los diarios aumentaban ante una nueva noticia y los vecinos alimentaban esas evidencias. En la comisaría se acumulaban las denuncias contra la presencia de los seres. Mordidas. Corridas fluorescentes por el bosque que rodea Villa Montoro. Aullidos agudos que aterrorizaban a familias enteras. Apariciones repentinas por lugares inhóspitos y en horarios inconcebibles. El miedo tenía un tamaño: enano. Y un color: verde. 

La policía, cumpliendo con su deber, salía a patrullar la zona. Hasta que un día, uno de los agentes, de bajo rango, llegó a la dependencia policial, pálido, atemorizado, timorato y balbuceando. Y pidió, de inmediato, licencia laboral. El motivo: un estrés provocado por la tensión del caso y con el agravante, denunció, de la mordida de un enanito verde. 

Una mañana, cuando las puertas de la escuela de 72 y 19 recibían a los alumnos, de una de las aulas del fondo se escuchó un grito que congregó a las autoridades y a los padres a punto de despedirse de sus hijos. Cuando el niño autor del grito recuperó el habla, confesó que había visto salir de abajo de una de las mesas del fondo del aula a un hombrecito, más chico que él, color verde. 

Los presentes, alrededor del niño, se miraron unos a otros, sin palabras, sólo gestos y modulaciones. Eran los enanitos verdes otra vez. Esa jornada se suspendieron las clases. A los días del hecho, una de las secretarias del colegio,. imitando al agente de policía, pidió unos días de licencia. El motivo: la había mordido un enanito verde.

Ya no sólo asustaban con su presencia. Los enanitos verdes, según el testimonio de la docente, se habían vuelto violentos. 

LOS CAMPAMENTOS SUECOS 

El periodista estrella de esos años, José de Zer, había viajado varias veces a Villa Montoro. En cada visita encontraba un nuevo testimonio como para no regresar con las manos vacías. En las columnas de opinión de Nuevediario se sucedían expertos en OVNIS y en seres de otros planetas intentando explicar el fenómeno de los enanitos verdes. Inédito. Una señal de un planeta desconocido. El comienzo de una nueva era. Y las hipótesis se acumulaban. 

José de Zer, obsesionado por fenómenos extraños

Los alrededores del bosque de Villa Montoro se habían convertido en un auténtico lugar turístico. Venían personas de otros barrios para verlos, pasaban día y noche esperando a los seres luminosos, acampaban durante semanas. Incluso llegaban desde los barrios del conurbano bonaerense y de la Capital Federal. Desembarcaban con carpas y estructuras, cámaras fotográficas, largavistas, linternas de todos los tamaños.

Una noche, en una camioneta pocas veces vista por la zona, llegaron unos hombres barbudos, todos rubios, con aparatos que ni los porteños más sofisticados habían traído. Eran científicos suecos interesados en estudiar el fenómeno que trabajaban en el Instituto de Ovnilogía. Tardaron unas horas en armar su campamento. Tenían una carpa para cobijar a un ejército entero. Del techo salían antenas, una suerte de radares, cables que llegaban a la camioneta. Los vecinos, azorados, veían los movimientos desde las ventanas de las casas. 

El barrio de La Plata, convulsionado por la presunta aparición extraterrestre

Durante el día, los suecos se la pasaron haciendo anotaciones, debatiendo en su idioma, recogiendo del bosque pedazos de tierra que luego estudiaban en el interior de la carpa. Con otros aparatos testeaban el suelo, también buscaban rastros con antenas que medían casi dos metros y apuntaban al cielo. 

Para los comerciantes de los alrededores del bosque de Villa Montoro, la causante del aumento de sus ventas había sido la aparición de los enanitos verdes.

Los suecos, sin dudas, estaban instruidos en el tema. Y tal vez pudiesen hallar los datos más fehacientes encontrados hasta el momento. Lo que seguramente desconocían era el malandraje de la zona. A los dos días de haber llegado, una noche en donde nadie vio nada, les robaron todos los equipos. De un momento a otro únicamente les había quedado la carpa. Y así como llegaron, tuvieron que irse, tan sólo con anotaciones acumuladas en carpetas. 

LUCIANO, EL MARCIANO 

Para las muchachas solteronas, o los estudiantes bochados, la causante de sus males seguía siendo la presencia de los enanitos verdes. 

Para los comerciantes de los alrededores del bosque de Villa Montoro, la causante del aumento de sus ventas había sido la aparición de los enanitos verdes. Se las habían ingeniado, sin dudas: para los visitantes de un día ofrecían una colección de fotos, algunas más difusas que otras; para los que decidían acampar por unas semanas, todo tipo de provisiones. 

En calle 49 entre 7 y 8, "El Loco" Córdoba tenía un local donde vendía los muñequitos de "Luciano, el Marciano", aprovechando la moda del dibujo que se emitía por televisión. Alguien, intuitivo para los negocios, le recomendó "pegarse una vuelta" por Villa Montoro con los muñequitos. 

Se trataba de un muñequito con antenitas en la cabeza y anteojos oscuros, y patas similares a las de las ranas. Y era color verde. El parecido con los enanitos de Villa Montoro hizo que sus muñequitos se vendieran en segundos. En cada casa de la zona había un Luciano el Marciano vendido por "El Loco" Córdoba. 

Y estaban también los oportunistas que no buscaban ni fama ni dinero, tan sólo diversión. Cerca del bosque de Villa Montoro había un campamento gitano sobre el cual se habían inventado infinidad de historias, Claro que desde la aparición de los enanitos verdes esas historias habían quedado en el olvido más absoluto. Tal vez como para salir de ese olvido, dos hermanos de ese campamento, muy temidos en el barrio, no tuvieron mejor idea que salir a asustar a los vecinos. Se vestían de vacas y salían, una vez que oscurecía,. desde el corazón del bosque emitiendo gritos agudos. A los días de tamaña ocurrencia, uno de los vecinos se armó con una escopeta y disparó varias veces contra las vacas aulladoras. Los gritos se terminaron, las vacas desaparecieron y uno de los gitanos terminó en el hospital herido de bala. 

CIVILIZACIÓN O BARBARIE 

Valentín de Andrade y su esposa eran miembros fundadores de la Secta Luz y mantenían frecuente comunicación con seres de otros planetas. 

Un buen día llegó a la redacción de los diarios platenses la información de que un tal señor Andradre iba a dar una conferencia de prensa para explicar el fenómeno de los enanitos verdes. Se convocaba a un departamento a metros de la esquina de 7 y 50, en el piso trece. 

La conferencia de prensa comenzó a lo grande. El señor Andrade, sentado en una mesa con elementos de formas extrañas, aseguró que tenía información de los enanitos verdes luego de haber mantenido una comunicación en vivo y en directo con el capitán de la nave que los llevó hasta Villa Montoro. El nombre del capitán era Hiski, o algo parecido. El señor Andrade aseguró que se trataba de viajeros del tiempo, seres con buenas intenciones y que no había por qué temerles. 

Luego de tamaña presentación, un periodista le preguntó qué hacían en el planeta tierra, más precisamente en Villa Montoro. El señor Andrade de inmediato respondió que habían arribado al barrio platense por desperfectos en la nave y que pronto retomarían el viaje. 

En la conferencia de prensa hubo lugar también para la reflexión filosófica. El señor Andrade afirmó que el ser humano era malo, en su esencia, imperfecto, y que estos seres de otro planeta, llamados por la jerga popular "enanitos verdes", podían enseñarnos muchas cosas. Pertenecían, aseguraba, a una civilización avanzada

Si al principio las afirmaciones del señor Andrade causaron atención y algo más que asombro, con el correr de la conferencia se tornaron risueñas, dignas de la burla. Algunos periodistas comenzaron a preguntar con sorna, hartos de tanto absurdo. 

La noticia de la conferencia de prensa salió en la mayoría de los medios y generó cierto descreimiento en la gente. Poco tiempo después, el señor Andrade fue procesado por la justicia por difamaciones. El fenómeno de los enanitos verdes se fue diluyendo. Las denuncias en la comisaría se redujeron hasta ausentarse. José de Zer encontró otro fenómeno con el qué entretener a su audiencia, "El Loco" Córdoba se quedó en su local de calle 49, y en los alrededores del bosque de Villa Montero, ya nadie acampó.

Algún vecino de Villa Montoro, hasta hoy en día, al ver el muñeco de Luciano el Marciano en algún cajón sin uso, recordará aquellos días en que José de Zer se internaba en el bosque y los suecos rastreaban el suelo en busca de lo que nunca encontrarían. 

¿Qué es 0221.com.ar| Logo Begum?

Begum es un segmento periodístico de calidad de 0221 que busca recuperar historias, mitos y personajes de La Plata y toda la región. El nombre se desprende de la novela de Julio Verne “Los quinientos millones de la Begum”. Según la historia, la Begum era una princesa hindú cuya fortuna sirvió a uno de sus herederos para diseñar una ciudad ideal. La leyenda indica que parte de los rasgos de esa urbe de ficción sirvieron para concebir la traza de La Plata.

Dejá tu comentario

Leer más de BEGUM