El papa Francisco murió a los 88 años dejando conmovedores gestos, como su despedida al enfermero que lo acompañó en los momentos más duros en el Vaticano.
El papa Francisco, fallecido a los 88 años, dejó varios gestos imborrables en sus últimas horas: entre otros, agradeció a su enfermero personal, hizo una última llamada a Gaza y compartió mensajes de fe. Su despedida fue serena, marcada por la gratitud, la oración y su profunda convicción religiosa.
Uno de los momentos más conmovedores ocurrió el domingo anterior a su muerte, cuando tras saludar a los fieles desde el papamóvil en la Plaza de San Pedro, le dijo emocionado a su enfermero personal, Massimiliano Strappetti: "Gracias por haberme traído de nuevo a la Plaza". Fue su última aparición pública.
El periodista platense Lisandro Sabanés habló con "No es una copia" desde Roma sobre el impacto de la muerte del Papa Francisco y el clima en el Vaticano.
El papa Francisco expresó, antes de morir, su deseo de descansar en la basílica Santa María Mayor, modificando tradiciones funerarias del Vaticano.
El día anterior, sábado, Francisco y Strappetti recorrieron juntos la Basílica de San Pedro para ensayar el camino previsto para la Pascua. En ese recorrido, el papa, visiblemente frágil, le preguntó a su acompañante: "¿Creés que podré hacerlo?". La respuesta del enfermero fue de aliento y tranquilidad, como tantas otras veces durante la enfermedad del pontífice.
Ese mismo sábado, el papa Francisco realizó su última llamada telefónica. El destinatario fue Gaza, donde se encontraba el sacerdote argentino Gabriel Romanelli, párroco en la zona. "Nos llamó mientras preparábamos la Vigilia de Pascua. Expresó su cercanía, su oración, su bendición", relató el párroco y agregó que en esa conversación también participaron el padre Yúsuf y la hermana María. Fue la última vez que escucharon su voz.
"El Papa era, para nosotros, un feligrés. Ahora somos 50, porque 49 cristianos han muerto durante la guerra, 20 de ellos de forma violenta", lamentó Romanelli, destacando el vínculo cercano que el papa mantenía con la comunidad cristiana en Gaza.
Además de estos gestos, Jorge Bergoglio dejó dos legados póstumos cargados de sentido espiritual: una carta dedicada a Siria, en la que instaba a no perder la esperanza pese al dolor, y el prefacio de un libro donde reflexionaba sobre la vejez y la muerte. En ese escrito, aseguraba que "la muerte no es el final, sino un nuevo comienzo".
Francisco falleció este lunes a los 88 años, tras liderar la Iglesia Católica por más de una década. Su partida estuvo marcada por la serenidad de su fe, la calidez de sus gestos finales y un agradecimiento profundo a quienes lo acompañaron hasta el final.