La gestión de Julio Alak impacienta, como mirar un reloj que atrasa. Mientras la Nación avanza en desmantelar un Estado obeso, reducir el gasto público y devolverles la libertad a los ciudadanos, nuestra ciudad continúa lidiando con la vieja política: burocracia, parálisis y sordera ante los problemas reales de los platenses.
Los primeros meses de la gestión resultaron sumamente preocupantes por la notoria ausencia de actividad municipal en sus funciones más básicas. Aún resulta increíble que un político con tanta experiencia en la administración pública -que fue intendente de esta ciudad en más de un mandato y que ocupó cargos como ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación- iniciara su mandato con una gestión tan deslucida y desconectada de las necesidades de los platenses. El paso cansino, fiel reflejo de la política tradicional y vetusta, no tiene por norte resolver los problemas de los vecinos con políticas serias y sostenibles.
Esa inacción, lamentablemente, se mantiene a la fecha, como pueden dar cuenta los vecinos de Olmos, El Rincón, Los Hornos, Villa Elvira, Romero y San Carlos, entre otros barrios, que continúan reclamando por mayor conectividad y un servicio de recolección de residuos consistente y digno.
Resulta inevitable realizar la comparativa con el inicio del disruptivo Gobierno nacional, que aborda con valentía los problemas de fondo que ningún otro político se atrevió a cuestionar. Mientras los pastos altos crecían en los espacios verdes a la par de los cargos políticos municipales, la motosierra nacional se encendía para romper los cimientos políticos que nos condenaron durante años.
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La concejala Belén Muñoz, presidenta del Bloque PRO - Libertad, reflexionó sobre el primer año de gestión de Julio Alak
En materia de seguridad -principal reclamo de los vecinos- resulta difícil encontrar una política municipal, más allá de su eficacia. El Intendente, que saltó a la ciudad desde las filas del kicillofismo, aún no logró articular con la Policía Bonaerense medida alguna. Contrasta la falta de propuesta de la Provincia y el Municipio contra las políticas nacionales que lograron resultados significativos ante la problemática heredada en Rosario. La actual gestión local es un fiel reflejo de la ideología kirchnerista: mientras los platenses de bien quedan librados a su suerte, su filosofía de justificar y proteger a los delincuentes se mantiene intacta. Esa orgullosa política estatista que expone Unión por la Patria, que cuando baja la guardia terceriza la seguridad de espacios públicos en un servicio de seguridad privada.
No podría, sin embargo, afirmarse que la gestión es lenta en todos los aspectos. La ampliación de la estructura política resultó explosiva y expansiva, aumentando las secretarías municipales a la friolera suma de 23. Mientras el presidente Milei dejó "afuera" ministerios militantes, inútiles e ideologizados, nuestro actual intendente amplió su planta política a niveles insólitos. Y no, no es que haya 23 áreas fundamentales para los platenses. Más bien, estas secretarías parecen un mapa del fraccionamiento político interno del peronismo, diseñado para repartir cargos entre las distintas facciones del espacio y garantizar la paz partidaria. El resultado: competencias entrecruzadas que paralizan la gestión y un esquema de gobierno donde nadie sabe bien quién es responsable de qué. Tal vez la función de tantas secretarías sea decorar currículums de militantes, por cuanto resulta imposible entender porque la Secretaría de Medio Ambiente no cuenta con competencias en la recolección y tratamiento de residuos, o porque las carteras de cultura y educación fueron separadas.
Sin embargo, creo firmemente en que se avizora un cambio. Con la llegada del año electoral florecerán mágicamente las obras públicas, que hasta ahora brillaron por su ausencia. El asfalto electoral, la pintura de cordones y otras obras sin garantía de duración buscaran mostrar "acción" para captar votos, en consonancia con la más tradicional política de los barones del Conurbano. La misma vieja y querida receta populista, enfocada plenamente en el resultado electoral por sobre el día a día de los ciudadanos. El estado presente, año por medio.