martes 29 de octubre de 2024
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Del anhelo a la tragedia

El obstetra de La Plata que se hizo famoso por ofrecer partos respetados y ahora enfrenta dos juicios

El obstetra Fernando Daverio enfrenta dos juicios tras las denuncias por la muerte de una bebé, la histerectomía de su madre y la parálisis cerebral de otra bebé. Además, más de diez mujeres afirman que interrumpió la atención, días antes de sus partos, sin derivarlas.

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La madrugada del 19 de abril de 2017 Teresa Falcone rompió la bolsa, le avisó a su obstetra, Fernando Daverio, y esperó junto a su marido a que les indicara cuándo salir hacia la clínica. Había elegido a ese médico por ser el más recomendado en La Plata por su buen trato y por no intervenir si no era necesario. Él le indicó que podía tener un parto vaginal -a pesar de sus factores de riesgo- y ella quiso intentarlo dejando en claro que, ante cualquier complicación, le hiciera una cesárea. El día del parto, Teresa comprobó que su pedido no fue escuchado. Desde entonces despertó cada mañana, durante años, lamentando no haberse ido a tiempo.

En 2017 Fernando Daverio era el principal referente del parto respetado en la ciudad. Había brindado más de 20 entrevistas a diarios, radios y portales de noticias de La Plata en las que denunciaba que la Obstetricia era “altamente intervencionista” y el médico, “el instrumento físico que ejerce la violencia sobre la mujer”.

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Era el único en reconocer un problema que las mujeres denunciaban hacía décadas: la atención del parto estaba sobreintervenida. En la mayoría de los centros de salud públicos y privados se las obligaba a parir acostadas, solas, acelerando el proceso con medicación, sin que se las escuche ni se les informe; había maltrato verbal y se las separaba de sus hijos para controles, aunque no necesitaran cuidados especiales.

Para cambiar esa atención, en 2004 se sancionó la ley 25.929 -conocida como Ley de Parto Humanizado- que garantizaba, entre otros, el derecho a elegir la posición en que parir, a no sufrir intervenciones innecesarias, a recibir información y ser escuchadas, a estar con un acompañante y a permanecer junto a sus hijos. Trece años después, costaba encontrar médicos que la aplicaran.

Daverio era la antítesis del doctor de guardapolvo blanco, añoso y de trato parco. Apenas pasaba los 40 y no usaba guardapolvo. Nacido en Bahía Blanca, estudió en la Facultad de Ciencias Médicas de Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y cursó la residencia en Obstetricia en el Hospital Gutiérrez de La Plata. En más de una entrevista recordó que durante esa etapa de formación vio a los médicos romper bolsas, acelerar partos, hacer cesáreas injustificadas. Él buscaba los motivos entre la evidencia -el conocimiento logrado por medio de estudios con método científico en el que los médicos deben basar sus decisiones-, sin éxito.

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El obstetra Fernando Daverio, en 2014, durante una entrevista en una radio de La Plata.

El obstetra Fernando Daverio, en 2014, durante una entrevista en una radio de La Plata.

En 2005 conoció los partos de las comunidades originarias: partos en domicilios, acompañados por matronas que intervenían lo justo, y sintió que había encontrado lo que buscaba. A la par de su trabajo como jefe de Guardia del Servicio de Tocoginecología del hospital público Horacio Cestino de Ensenada, comenzó a ofrecer una atención no intervencionista. En 2014 creó un equipo en el que lo acompañaba un pediatra, una psicóloga y tres parteras al que llamó Gestando entre Pares.

La propuesta incluía encuentros mensuales de tres horas en los que un promedio de diez embarazadas y sus acompañantes -agrupados según el mes del parto- conversaban de diversos temas propuestos por las parteras mientras Daverio hacía el control médico aparte. El equipo ofrecía la opción de parir en una clínica donde el obstetra trabajaba, o hacerlo en el domicilio, con un "Plan B" que consistía en salir hacia esa clínica en caso de complicaciones.

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El consultorio de Daverio, en 12 y 38, La Plata.

El consultorio de Daverio, en 12 y 38, La Plata.

Los encuentros transcurrían en un consultorio ubicado en la planta alta de una casa, en la esquina de 12 y 38, que tenía un living de pisos símil madera, luz cálida y una terraza. En la planta baja vivía la suegra del obstetra y el lugar no estaba habilitado como consultorio por el Colegio de Médicos Distrito I de la provincia de Buenos Aires.

Hacia 2016, las recomendaciones de expacientes de Daverio proliferaban en redes sociales: "Excelente", "muy respetuoso, amable y atento", "impecable", "un amor", "muy humano", "no creo que haya un obstetra mejor", "recomiendo al 100%", "podría tener un club de fans", comentaban.

La primera impresión

La primera vez que Teresa visitó el consultorio de Daverio, a principios de 2016, no estaba embarazada. Era madre de una nena de tres años que había nacido por cesárea y en 2015 había perdido un segundo embarazo -de cinco meses-, aparentemente por trombofilia, pero los estudios no la confirmaron.

Con 38 años, quiso volver a intentar pero tenía miedo. Decidió bajar el ritmo intenso que llevaba en su trabajo de arquitecta para enfocarse en la búsqueda del embarazo y, luego, transitarlo con calma. Cuando preguntó por un obstetra no intervencionista, le recomendaron a Daverio.

En esa primera visita, él la escuchó, la contuvo, y ella sintió un trato cálido y confiable. En septiembre regresó con un embarazo de dos meses y se integró junto con su marido, Matías, al grupo de abril. En paralelo a los controles que el obstetra le indicaba, asistió a una clínica de fertilidad de San Isidro, donde descartaron trombofilia o problemas genéticos.

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La web de Gestando entre Pares.

La web de Gestando entre Pares.

A su esposo, kinesiólogo de 39 años, acostumbrado a los protocolos, no le cuadraba que ella recibiera la misma atención que las demás, cuando en sus embarazos previos había sido más estricta. Daverio siempre repetía que en esos casos hubo sobreintervención y, a la larga, Matías aceptó esa posibilidad. También disentía con la dinámica grupal, pero quería que Teresa estuviera a gusto y lo estaba. En la foto de uno de los últimos encuentros, ella sonríe junto a sus seis compañeras, entre las que destaca por su altura. Tiene los ojos celestes y los párpados hinchados, igual que los pómulos, y la panza baja. Matías está agachado, adelante, junto a los futuros padres. De rostro delgado de ángulos rectos, sonríe mirando a un costado.

Si había un punto que siempre rechazaba era el parto domiciliario. Le parecía inviable, al igual que a Teresa. Aun así, Daverio solía insistirles con que ella podía. Ante la negativa de ambos, el obstetra respondía que era su decisión y que la respetaba.

"El rockstar del parto respetado”

"Es el rockstar del parto respetado", afirmó Lorena Ribot, la conductora del programa radial Vos Sabés -que informaba sobre el embarazo, el parto y la maternidad-, al presentar a Daverio en una emisión. Para 2016 ya lo habían invitado en seis oportunidades: el triple que a sus colegas. En cada visita, el obstetra repetía los mismos tópicos. Sobre el riesgo, solía decir que tenía "un porcentaje de incidencia muy bajo" y criticaba a los médicos que intervenían "por las dudas".

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Daverio junto a Lorena Ribot, durante una entrevista en su consultorio, en 2015.

Daverio junto a Lorena Ribot, durante una entrevista en su consultorio, en 2015.

Para identificar a las pacientes con patologías y otros factores que puedan afectar su salud o la del bebé, los obstetras hacen un "tamizaje" con estudios básicos que incluyen un análisis de sangre y de orina y una ecografía por trimestre. Al evaluar la atención necesaria y la vía del nacimiento, deben basarse en la evidencia, pero puede influir su temor a un resultado negativo o a los juicios por mala praxis. Según el Colegio de Médicos Distrito I, los obstetras encabezan los 1.000 juicios en curso, seguidos por los cirujanos y los traumatólogos.

De acuerdo al Ministerio de Salud nacional, cerca del 20% de las embarazadas tiene algún factor de riesgo. Sin embargo, Daverio siempre repetía que eran menos del 5% y que hablar del tema desmejoraba su estado emocional. "Si el riesgo tiene una aparición menor al 5%", aseguraba, "yo creo que sería saludable hablar de eso menos del 5% del tiempo".

Teresa tenía entendido que su presión alta, la cicatriz de la cesárea, la pérdida de su segunda gesta y sus 38 años eran factores de riesgo. Deseaba un parto vaginal pero no sabía si era posible. Consultó con Daverio, que respondió que iba a tener su parto natural, que los demás médicos exageraban.

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Encuentro grupal en el consultorio de Gestando entre Pares.

Encuentro grupal en el consultorio de Gestando entre Pares.

A los cuatro meses tuvo contracciones y luego pérdidas y él le indicó unos días de reposo, baños de inmersión y que se relajara. Ella trataba de no preocuparse para no hacerle mal a su bebé, pero se preocupaba. Durante un encuentro grupal, confesó que tenía miedo de morirse en el parto y Daverio se rio. "Tere: mamá sana, bebé sano, cero riesgo", le respondió.

El día del parto

Esa mañana del miércoles 19 de abril de 2017 en que Teresa rompió la bolsa, aguardaba indicaciones en su casa de Gonnet para ir a la Clínica de la Comunidad, en Ensenada, donde atendía Daverio. No estaba claro cuándo debían salir: el obstetra solía decir que en los partos había tiempo. Cuando Matías preguntaba al grupo de Whatsapp del equipo, le respondían que hicieran vida normal y llamaran si las contracciones -que habían comenzado el día anterior- se aceleraban. Cerca de las 20, la partera los visitó en su casa, hizo un tacto, dijo que todavía faltaba y se fue.

El jueves, Teresa no podía esperar más. Pasado el mediodía tuvo un dolor constante en el abdomen y se asustó. Quiso ir a la clínica y Matías le avisó a Daverio, quien le respondió que fueran más tarde al hospital Horacio Cestino, donde estaba de guardia. A las 16 Teresa solo soportaba el dolor arrodillada. Matías le dijo a Daverio que no podían esperar más. El obstetra abandonó su guardia y llegó a la casa de la pareja a las 17, poco después de la partera, junto a un médico joven -aún no recibido de obstetra-.

A pesar de que la pareja no quería un parto domiciliario, Daverio llevó un banco portátil, lo puso cerca del baño y allí sentaron a Teresa. Sin escuchar los latidos de la bebé, dijo que si salían para la clínica, la tendría en el camino. Hizo un tacto, esperó unos minutos y salió. Matías ya estaba asustado. Le preguntó por qué mejor no iban a la clínica y Daverio respondió: "¿Para qué? Ya la tenemos". Al verlo tan confiado, creyó que estaba todo bajo control. Unos minutos después, el obstetra dijo que debía regresar a su guardia, pero quedaban la partera y el médico novato.

Ambos profesionales recomendaron baños de inmersión para aliviar el dolor, a pesar de estar contraindicados por aumentar el riesgo de infecciones. Cerca de las 21, Teresa se encontraba en la bañera cuando sintió un ruido extraño en su panza y un dolor tan agudo que se desesperó. Gritó para que la llevaran al hospital. Matías la cubrió con una bata y salieron en su auto, junto a los profesionales, que indicaron que había tiempo para ir a la clínica de Ensenada, a más de 20 minutos, donde esperaba Daverio, que había terminado su guardia.

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La Clínica de la Comunidad de Ensenada.

La Clínica de la Comunidad de Ensenada.

Al llegar, el obstetra acompañó a Teresa hasta la habitación donde quedaron a solas. Él se sentó en un sillón negro y ella quedó arrodillada en el piso, mientras lo escuchaba decir que era una pena que se perdiera del parto natural que tanto anhelaba, que si pujaba un poco más, Chavela nacía. "Pujá", le ordenó. Teresa lo miró sin entender. "Dale, pujá", volvió a ordenarle y ella vio en sus ojos una expresión sombría que la aterró. "¡Llevame al quirófano hijo de puta!", le gritó, y al escucharla, entraron Matías y el resto del equipo.

En el quirófano, tuvieron que darle tres anestesias raquídeas. Cuando el obstetra hizo el corte, la sangre regó el piso. Teresa estaba despierta y vio todo. Lo vio a Daverio sorprendido. La vio a Chavela, flácida, en manos del neonatólogo. Vio al neonatólogo salir corriendo. Vio a Matías desvanecerse y que alguien lo sacaba. Escuchó a Daverio pedir sangre a los gritos. Le escuchó decir que había que sacar el útero. Le rogó llorando que no se lo quitara. Él le respondió que trataba de salvarle la vida.

Afuera, en shock, Matías escuchó al neonatólogo decir que habían reanimado a Chavela, que tenía daño cerebral severo y su estado era crítico. Al día siguiente estuvo con ella en la neonatología. Por la tarde, Chavela murió. A la noche, Teresa despertó y le informaron que también le habían extirpado los ovarios. Le llevaron el cuerpo de su hija en una incubadora para que la conociera. Trató de incorporarse para tocarla, pero no pudo. Más tarde pidió que la cremaran.

—Yo necesitaba llevarme algo a mi casa. Las cenizas de Chavela eran lo único que me había quedado.

Durante los cuatro días en que Teresa permaneció en terapia intensiva, Daverio la visitó a diario, llorando. Afirmaba estar en shock. Atribuía lo sucedido a un desprendimiento de placenta que desgarró el útero y dejó a Chavela sin oxígeno. La causa, aseguró, era uno de esos "agujeros negros de la Obstetricia". El día del alta, le aconsejó que siguiera adelante con su vida y que buscara otro médico para el posparto porque él "solo atendía embarazadas".

La vida después del día del parto

El martes 25 de abril, Teresa y Matías regresaron a su casa y hablaron con Lara, su hija de cuatro años. Por las 43 horas de trabajo de parto, Teresa quedó con una separación de diez centímetros en el abdomen y siete hernias. Tuvo sofocos, insomnio y aumento de peso, al tiempo que seguía produciendo leche. Sufrió estrés postraumático, ataques de pánico y depresión. Necesitó tratamiento hormonal, psicológico y psiquiátrico.

Todas las mañanas despertaba reprochándose no haber salido a tiempo. Hasta que un día se preguntó qué le iba a responder a Lara cuando preguntara qué había pasado con su hermana y decidió hacer la denuncia para averiguarlo. Una opción con la que Matías concordaba.

—Creo que era lo único que podíamos hacer —dice él, en septiembre de 2022, sentado a la sombra en el jardín de su casa de City Bell, una tarde de cielo claro—. Que camine por la Justicia, a mí, me tranquilizó. En su momento parecía un poco frío.

—Frío en el sentido de que lo típico es explotar —aclara Teresa, sentada frente a él, con el sol dándole en la cara—. Querer salir y matarlo. Yo fantaseé con matarlo. Eran situaciones diferentes: yo estaba con el desorden hormonal, recuperándome de todo ese desastre, además de la tragedia.

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Teresa y Matías denunciaron a Daverio ante la Justicia.

Teresa y Matías denunciaron a Daverio ante la Justicia.

Con la representación de los abogados Alfredo Gascón, Miguel Ángel Molina y Jerónimo Gascón, en enero de 2018 denunciaron a Daverio por Homicidio culposo, Lesiones culposas y Abandono de persona seguido de muerte. Tras la investigación de la UFI N° 12, a cargo del fiscal Fernando Padován, Daverio y la partera fueron procesados por Homicidio culposo y Lesiones culposas, con penas de uno a cinco años de cárcel y hasta 10 de inhabilitación.

El obstetra novato fue sobreseído por el tribunal de Casación y la médica que participó de la histerectomía -procesada junto a Daverio por la extirpación errónea de los ovarios, sanos, según las pericias- también será juzgada. El juicio comenzará el 6 de noviembre en el Juzgado Correccional N° 2, a cargo del juez Diego Tatarsky.

Tras hacer la denuncia, Teresa y Matías empezaron a recomponer sus vidas. El proyecto de familia que compartían ya no era posible y comenzaron las peleas, hasta que se separaron en 2018. En mayo de ese año, Teresa debió someterse a una cirugía reparadora del abdomen. Poco antes, el 21 de abril, el día en que Chavela hubiera cumplido un año, enterraron sus cenizas.

Un "Plan B" y un parto distintos a lo previsto

Dos días después del parto de Teresa, las parteras citaron a Anabel Baldasarre y a otra compañera "sin sus maridos". Eran las únicas del grupo de abril que aún no habían dado a luz. Las parteras les informaron de la pérdida de Teresa y el shock de Daverio y agregaron que no iban a asistir sus partos, pero podían ir a la guardia del policlínico San Martín, donde tal vez estuviera el médico novato.

Anabel enfureció al constatar que ese era el "Plan B". Poco después, junto a su marido, Guillermo Carrizo, encontró una obstetra en una clínica de La Plata, donde el 27 de abril tuvo a su hija en un parto respetado, como imaginaba. Los momentos posteriores, en cambio, contrastaron con sus ilusiones.

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Anabel Baldasarre y Guillermo Carrizo registraron con fotos todo el embarazo.

Anabel Baldasarre y Guillermo Carrizo registraron con fotos todo el embarazo.

—No estábamos preparados para tanto —recuerda Anabel, el 26 de septiembre de 2022, en el living de su dúplex del barrio Copervi, en La Plata—. Todo el embarazo fue muy lindo, con fotos, ¿ves? —cuenta y muestra una foto en la que están con Guillermo, sentados sobre el césped, en un atardecer. Ella, con el cabello suelto, la piel bronceada y la panza descubierta. Él, detrás, sonríe con rostro de niño—. Ahora miramos estas fotos y decimos: chau, quedamos arruinados.

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Anabel Baldasarre, durante el trabajo de parto.

Anabel Baldasarre, durante el trabajo de parto.

Aunque esperaban una bebé sana, Luz nació con fisura de paladar, mandíbula retraída y dificultades respiratorias y casi le practican una traqueotomía. Después del parto, Anabel tuvo una hemorragia que fue contenida a tiempo. Luz permaneció internada durante un mes y medio hasta que le diagnosticaron Síndrome de Pierre Roben, que explicaba el escaso desarrollo mandibular y el paladar hendido pero no así los problemas para ver, escuchar y mantenerse estable que aparecieron el primer año. Tras consultar a siete pediatras y cinco neurólogos, le diagnosticaron el infrecuente Síndrome de Joubert, de orígen genético, que implicaba una malformación del cerebelo -el órgano que coordina los movimientos-.

En el cerebelo, Luz tenía un quiste que se había visto en la ecografía de la semana 25, que Anabel se hizo en el sanatorio Mater Dei. En esa ocasión, el ecografista recomendó una resonancia magnética fetal para identificarlo y así evaluar la vía del nacimiento y la atención necesaria. Al ver la ecografía, Daverio les aconsejó que se relajaran, que al nacer Luz no iba a tener nada. En la segunda ecografía, el mismo ecografista hizo la misma recomendación y Daverio dio idéntica respuesta. En la tercera, una médica no vio el quiste y el obstetra reafirmó que Anabel podía parir en su casa.

Al principio, ella había elegido la clínica, pero con el tiempo cambió de idea. En cada encuentro, las parteras repetían que el mejor lugar era la casa, a salvo de las intervenciones rutinarias. En 2017, la atención en domicilio valía $25 mil, el equivalente a 1.400 dólares de entonces. En la clínica, los honorarios se reducían a $15.000 pero se agregaban otros $7.000 para la habitación.

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Anabel y Guillermo junto a su hija, Luz.

Anabel y Guillermo junto a su hija, Luz.

Aunque todas las obras sociales cubrían el parto en instituciones, las parteras explicaban que esas entidades estaban "en contra de la atención respetuosa" de Daverio y por eso solo aceptaban efectivo. La única salvedad era ante cesáreas, porque solo era posible afrontar los gastos del quirófano y la internación con cobertura médica. En esas ocasiones, Daverio ganaba $7.900, en promedio, lo mismo que sus colegas por la atención de partos y cesáreas.

Doce mujeres se quedan sin obstetra a poco de parir

Aquel lunes 24 de abril, después de Anabel fueron citadas las 12 mujeres del grupo de mayo. Las recibió el equipo completo, excepto por Daverio que no sabía si iba a volver a ejercer, informaron las parteras. Aunque la Ley 26.529 de Derechos del Paciente establece que un médico "sólo podrá eximirse del deber de asistencia cuando se hubiere hecho cargo otro profesional", las 12 mujeres se fueron sin una derivación y con una lista de teléfonos de siete profesionales que hizo el equipo luego de que la exigieran.

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El listado de profesionales que recibieron las mujeres del grupo de mayo.

El listado de profesionales que recibieron las mujeres del grupo de mayo.

Tres días después, encontraron obstetra. A una de ellas se le diagnosticó diabetes gestacional y así se enteraron de estudios no invasivos como la translucencia nucal -que muestra problemas cromosómicos como Síndrome de Down- y el scan fetal -para buscar malformaciones- de los que Daverio no había informado.

El 1° de mayo nació el primer bebé. Ese día, además, una compañera perdió a su hijo por muerte súbita. La mujer se fue del grupo. Una semana después, las once restantes quedaron perplejas al enterarse de que el obstetra había vuelto a trabajar.

En enero de 2018, hicieron pública su experiencia a través de un manifiesto difundido en redes sociales.

manifiesto del grupo de mayo. gestando entre pares

"Todavía te falta"

—Si nosotros hubiéramos sabido bien lo de Teresa y las chicas, íbamos al hospital —hipotetiza Fernando Cipollone, sentado con su hija en brazos en un sillón antiguo en su casa de Berisso, una tarde de octubre de 2022—, pero fue tanto el hermetismo.

Fernando, de 37 años, y María José Suárez, de 34, esperaban a su primera hija para julio de 2017 y estuvieron a punto de cambiar de obstetra, un mes antes, al enterarse de que su obra social no cubría el parto y que no iba a ser en la Clínica de la Ribera, como habían acordado, sino en la Clínica de la Comunidad, que estaba a una cuadra. Allí había “una habitación de uso exclusivo del equipo”: un cuarto de tres metros por dos, con una cama de hospital vieja, un sillón negro, paredes blanco y bermellón gastado y un baño pequeño.

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La habitación de uso exclusivo del equipo de Daverio en la Clínica de la Comunidad y su baño.

La habitación de uso exclusivo del equipo de Daverio en la Clínica de la Comunidad y su baño.

María José consultó con dos obstetras que no podían recibirla y continuó con Gestando entre Pares tras concluir que el dinero no debía ser un impedimento para tener una buena atención en su parto. Los estudios dieron siempre bien, excepto la ecografía de la semana 35, que mostró una desaceleración del crecimiento, pero ella se quedó tranquila cuando Daverio le informó que estaba dentro de los parámetros normales.

La noche del viernes 14 de julio comenzaron las contracciones. María José avisó al equipo y le respondieron que faltaba. La tarde del sábado fueron más constantes y dolorosas y la respuesta fue la misma. A la una de la madrugada llamó a Bárbara Pestaña Guido -partera de Gestando entre Pares y esposa de Daverio- que respondió: “Por tu tono de voz, me doy cuenta de que todavía te falta”. Dos horas después no quiso esperar más y salió con su esposo hacia la clínica, tras avisarle a Bárbara, que llegó al mismo tiempo que ellos.

En la habitación, la partera usó el monitor de latidos y el corazón de la bebé se escuchaba lento. Salió nerviosa a llamar al equipo y entró minutos después con el pediatra y el médico novato, que le indicó a Fernando cómo recibir a su hija. En pocos pujos, Nina nació y la pusieron en el pecho de su madre, que gritó “¡no respira!”. Se la sacaron y trataron de reanimarla en el piso, pero no reaccionaba. La llevaron a la neonatología, donde nadie sabía del parto. Allí practicaron reanimación de avanzada, con drogas, hasta que 27 minutos después de nacer Nina comenzó a respirar, convulsionó y quedó internada en estado crítico.

El coordinador de la neonatología les informó a Fernando y María José que a su hija le había faltado oxígeno durante el parto, que tenía daño cerebral severo y que estaba en riesgo crítico. Al día siguiente, su estado se agravó y la trasladaron al Hospital Italiano de La Plata, donde permaneció 54 días en terapia intensiva.

La vida después del alta

Desde que Nina egresó con el diagnóstico de Discapacidad Múltiple, María José y Fernando debieron habituarse a convivir con enfermeras y a recibir cada día a los profesionales para las terapias. Su hija tiene parálisis cerebral, microcefalia, epilepsia refractaria, ve y escucha poco, no controla su cuello ni sus movimientos, ni su temperatura y tampoco deglute. María José la cuida durante el día, mientras trata de encontrar el tiempo para dedicarse a su profesión de escultora y Fernando, por las noches, cuando regresa de su local de instrumentos musicales.

Daverio nunca les explicó por qué Nina había nacido así. En enero de 2019 lo denunciaron por mala praxis. El abogado de la pareja, Alfredo Gascón, lo acusó de desatender la ecografía que indicaba un retardo del crecimiento y de omitir la ecodóppler que hubiera mostrado que la placenta no podía suministrar oxígeno suficiente para un parto vaginal y que había que hacer una cesárea. Las pericias confirmaron signos de insuficiencia placentaria.

El obstetra y la partera fueron procesados por Lesiones culposas. Aún no se definió la fecha del juicio. Durante la investigación de la UFI 12 declararon el coordinador de la neonatología y la doctora que reanimó a Nina y coincidieron en que Daverio nunca avisaba sobre los partos en curso. El coordinador agregó que el caso de Nina motivó su renuncia y la de su par en la coordinación. Luego supo de dos bebés más que llegaron con complicaciones y que uno fue trasladado. La neonatóloga también mencionó a ese paciente y agregó que tuvo “un problema de asfixia”. Tras ese nuevo caso, ella también renunció.

En esa causa, Daverio además fue procesado por “falsificación de instrumento privado”. Se lo acusa de adulterar las historias clínicas del embarazo y el parto, donde figuraban estudios que no se hicieron, como la ecodóppler que hubiera demostrado la insuficiencia placentaria. Ambas fueron obtenidas con allanamientos a su consultorio y a la clínica, tras la falta de respuesta a los pedidos del juez.

"Un deseo"

“Si pudiera pedir un deseo, sería retroceder el tiempo y no haberlos conocido nunca”, respondió María José ante la consulta de una embarazada que pedía referencias sobre Gestando entre Pares en un grupo de Facebook para la búsqueda de obstetras, en noviembre de 2017. Era la primera vez que una mujer denunciaba una experiencia negativa con Daverio. Pero no fue la única.*

*La presente nota forma parte de una serie de entregas que incluyen una entrevista con el obstetra, Fernando Daverio.

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