A un año de la finalización del gobierno de Mariano Cowen como presidente de Gimnasia, se vuelve a hablar y pedir la unidad de todos los actores de la vida política del club, como una posible solución institucional y deportiva, pero ninguno de los antecedentes es bueno, dado que la misma no se logró por malicia, ineficiencia o egos personales.
Más allá de la evaluación personal que cada uno puede hacer de la actual gestión, la cual se puede considerar satisfactoria administrativa, institucional y patrimonialmente, saben que están en el debe en cuanto a las decisiones que tomaron a nivel deportivo y futbolístico. Con este gobierno, el equipo volvió a pelear el descenso, estando al límite en 2023 y comprometido de cara a lo que será el año 2025. Así se lo exigieron en la última Asamblea.
Es por ello que los propios dirigentes saben que no pueden fallar, saben que, si el Lobo se va a la B, puede convertirse en un camino de ida a nivel deportivo, pero también institucional, porque todo el crecimiento de la infraestructura por las obras realizadas en cada una de las sedes, el trabajo de inversión, el ordenamiento interno, y toda la reducción de la deuda, todo se va a la B. No solo el equipo de fútbol.
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La última Asamblea de Gimnasia.
La falsa unidad
Es en este contexto, porque en Gimnasia sigue rigiendo la frase “si la pelotita entra todo lo demás no importa”, es donde los diferentes actores de la vida política del club aparecen con el mensaje de unidad como solución a todos los males, como si todos juntos puedan lograr lo que no pueden por separado. Esto, muchas veces termina en un amontonamiento de personas que responden a sus intereses y ambiciones personales.
En su mayoría estamos hablando de individuos exitosos en sus vidas o trabajos, que cuando llegan al club, hacen todo lo contrario. Se dice que la gente más adinerada de la ciudad de La Plata es hincha de Gimnasia. Algunas de ellas lograron ser dirigentes del club, pero nadie logró ni cambió nada. ¿Entonces?
Entonces “vamos todos juntos”, dicen. “Juntemos a los mejores”, “esto no puede seguir así”, “es hora de hacerse cargo”, y muchas frases más de este tipo, genuinas desde su concepción o sentimiento, pero impracticables por culpa de ellos mismos. El Lobo pasó y pasará por épocas donde entró y entrará la famosa pelotita, el tema es qué haces con eso.
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El plantel campeón de Gimnasia de la Copa Centenario.
El Gimnasia olvidado
Da la sensación que solo se busca que entre para decir la palabra prohibida para muchos, la que no quieren pronunciar hasta volver a lograrlo: “Campeón”. Porque acá se abre otro debate que necesita de un análisis a parte: Gimnasia tiene dos estrellas, una conseguida en el amateurismo y otra en el profesionalismo.
El problema es que el mismo mundo tripero se encarga de bajarle el precio a la conquista de la Copa Centenario, y con ello, no darse cuenta que ya pudo lograrlo, y pensar en cómo lo hicieron los dirigentes de ese entonces, los entrenadores, los jugadores y también la gente. No es imposible, pero se debe convencer de eso, aunque hay un problema: Gimnasia no revisa su historia porque el que pasó antes no existe y el mejor soy yo, el que se las sabe todas, el mesías salvador que, además, siempre está ligado al dinero.
Fíjense hasta qué punto se escaló por la desesperación mezclada con desesperanza, que, si uno revisa el micromundo de las redes sociales, aunque es una postura que empieza a ganar terreno entre las personas de verdad, se empezó a pedir que el club se convierta en una Sociedad Anónima Deportiva, como si con solo dinero se resolvieran todos los problemas, la misma sanata que la unidad como salvadora.
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Gustavo Barros Schelotto, Carlos Timoteo Griguol y Guillermo.
Los santos triperos
En Gimnasia nunca existió la unidad, pero no la política, la de criterio. Hay una grieta existencial que hace que tipos como Carlos Timoteo Griguol, el mismo Guillermo Barros Schelotto o Héctor Delmar, entre tantos otros, sean criticados. Muchas veces la historia necesita de una persona en la cual apoyarse, que sea una guía a seguir por sus valores, hechos y comportamientos. Eso es lo que tiene que buscar, antes que un salvador o ser una SAD.
Gimnasia tiene a sus jugadores campeones, sus buenos dirigentes, capacidad humana, sus referentes, su gente y su historia, lo que le falta es revisarla, entenderla y tomarla como su religión, para dejar de rezarle a santos de madera y que todo deje de ser solo una cuestión de fe.