Esta es la historia del exjugador que celebra sus 50 años en la ciudad donde nació y de donde salió con 15 años para triunfar en el fútbol. El sueño, sin embargo, quedó trunco, ya que jugó un partido de titular en Primera División y fue expulsado, la tarde del 10 de noviembre de 1996, para Gimnasia.
Cacho venía de Ferro, donde lo aprobó Carlos Timoteo Griguoly después lo fichó en el Lobo. Hoy Oscar Cantarutti pasa música, saca fotos, filma y es parte de un show de verano que anima Matías Alé en El Mirador, "con la mejor vista al mar", según dice el exfutbolista retirado hace 7 años mientras palpita el cincuentenario con 0221.com.ar.
"Vamos a empezar con música electrónica, pasaremos por canciones de los '80 y '90 y terminamos con pachanga", cuenta. Su voz tiene la chispa del vestuario, pese a que, si Timoteo Griguol y el profesor Javier Valdecantos estaban al frente, "era difícil meter un chiste". Un crack en la defensa con buen manejo y mejor pegada, que no guarda penas de aquel partido en el Estadio Ciudad de Vicente López en el que fue expulsado por el árbitro Miguel Scime, en lo que significó su debut con derrota del Lobo 3 a 1 y pérdida del tren en otra buena campaña.
Tenía 21 años y quedó después "freezado" por su propio mentor. "Un año y medio sin jugar, pero son gajes del oficio. Esa tarde con Platense, Griguol me puso de 4 (no pudo jugar Guillermo Sanguinetti) y yo era 2, pero además arrancamos mal desde el vestuario cuando un utilero olvidó mis botines y salí con tapones de 18 milímetros en una cancha durísima, me resbalaba y estuve incómodo, pero no sé si estuve bien expulsado… levanté la pierna y le pegué a la pelota, el rival hace el gesto como si lo hubieran matado. ¡Y Gimnasia era fair play! Pienso que a Griguol le habré fallado como le falla un hijo, porque él me trajo", recuerda de aquel día.
Su llegada a Gimnasia
En los preliminares o en las prácticas en Estancia Chica era elogiado tanto por su físico fuerte como por la rapidez para los cruces. "Una vez no se la dejé tocar a (Lionel) Scaloni -al hoy técnico de la Selección argentina-, acá en el Bosque", rememora sobre un partido de Reserva que disputó en 1995, el mismo Torneo Clausura en que el Lobo peleó hasta el final por la consagración.
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Oscar Cantarutti en la formación de Gimnasia de 1996.
El anecdotario de emociones futboleras que guarda en su alma es vasto y hoy recuerda que del cuerpo actual de la Selección argentina, además de Scaloni; también le tocó medirse con Walter Samuel y ser suplente de Roberto Ayala en Ferro, siendo además, al finalizar su carrera "compañero de Luis Martín en Sport de Magdalena".
Sus recuerdos de Gimnasia son con alegría. "Griguol no quería que un número 2 tirara sombreros, se enojaba porque yo salía jugando y una vez me dijo: ¡Cabeza de chancho!", suelta Cacho con una sonrisa, con un rostro luminoso, como si el tiempo no hubiera pasado. "Fui suplente de (Jorge) San Esteban, de (Pablo) Morant y de (Hernán) Ortíz, que no se lesionaban ni los expulsaban nunca, y además Gimnasia ganaba siempre", advierte sobre sus mejores días en el club tripero.
Encuentros inesperados con Diego Maradona
"En Ferro, estuve 15 días entrenando con Diego Maradona, porque tenía buena onda con Timoteo y en ese momento lo había empezado a entrenar ( Javier) Valdecantos, en su gimnasio, uno de los mejores de Capital", precisa Cantarutti, que puede recordar al diez explicándole por qué jugaba con los botines sueltos y sin atarse los cordones en la cancha auxiliar de Pontevedra: "'Si en la cancha dura se te traba el pie, gira primero el zapato', nos decía Diego".
En ese momento, el astro argentino cumplía una sanción por doping en el Nápoli. "A nosotros, que en cada práctica nos veían cuatro locos, pasaron a vernos miles de personas", cuenta de aquellos días que compartió con el Campeón del Mundo de 1986. Ambos volvieron a encontrarse en 1997, en el vestuario local de 60 y 118, cuando Diego llegó para jugar un partido a beneficio de la Cruz Roja. "Recién estaba operado de meniscos y no pude jugar", comenta Cacho, abriendo en su celular la foto en la que está posando con un Diego recostado en una camilla recibiendo masajes de José Castro.
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Oscar Cantarutti junto a Diego Maradona en el vestuario local de Gimnasia.
La vida deportiva de Cantarutti siguió en Estados Unidos, en el Richmond Kickers y en Miami San Blas de la Liga de Florida), en Espoli de Ecuador, Güemes de Bariloche y en China, país al que llegó precisamente por un agente FIFA que más tarde tuvo a Maradona. "Me presentaron a Erick Manasse, un italiano que tenía mucha guita, tanta que solo quería fama y se puso a representar jugadores. A mí me dijo 'mirá que sos un conejito de la India, sos el primero que mando a China. A los 2 años firmaron contrato con él Maradona y Pelé, o sea era el representante de esos dos monstruos y el mío también, pero yo era un croto", cuenta a las risas.
No armó familia y está feliz con sus perros ovejeros. Es técnico de fútbol, con la licencia Conmebol y en la única experiencia que tuvo al mando de un equipo orientó a Los Tigres, combinado nacional de jugadores con parálisis cerebral que afecta las extremidades. "Me acercó un preparador físico que había conocido en Magdalena, Miguel Hernández", explica al respecto.
Su vida en las playas de Mar del Plata
Se retiró hace 7 años en forma oficial en la Liga que lo vio debutar a los 14 años. El vicio sin embargo perdura entre veteranos, a los que les pidió una licencia por el trabajo de verano en la playa top el Mirador de Cabo Corrientes, donde lleva el micrófono Alé y anda uno de Los Nocheros, Mario Teruel; dos de los trescientos invitados especiales que cuenta para su fiesta de cincuenta.
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Oscar Cantarutti tras ser expulsado en Gimnasia.
La mayoría, en La Feliz, asocia a Cacho Cantarutti mucho más a las fiestas musicales que al deporte, aunque un profesional y de prosapia griguoliana tiene con qué plantarse en la mesa del fútbol. Para más datos, uno de los cracks que estaba a la espera en el mejor Gimnasia de los años '90, de la defensa menos vulnerada, el amigo de un par de ídolos como Alberto Marcico y Guillermo Barros Schelotto, que ya lo deben estar llamando por el cumpleaños.