martes 11 de marzo de 2025
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A sus 50 años

La infancia y juventud de Juan Sebastián Verón cargada de datos inéditos y fotos reveladoras

Hace 50 años Juan Sebastián Verón nacía el mismo domingo de un clásico platense entre Estudiantes y Gimnasia, donde todo comenzó.

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Los primeros pasos de Juan Sebastián Verón fueron en Colombia, “una etapa difícil para la familia”, reconocerá de aquellas costumbres del pueblo de Barranquilla, donde su papá Juan Ramón Verón cumplió una doble función de jugador y entrenador del Junior. Le tocó hacer el jardín de infantes y, como un chico inocente, lloró al ver a un hincha disfrazado de Bruja.

Volver a La Plata fue empezar a disfrutar de una compañía inseparable: el fútbol infantil de Estudiantes. Fue el señor Omar Helios Bermudez el primer entrenador que lo recibió, que apasionadamente recuerda que “lo trajo el padre, que todavía era jugador y lo llevó a al gimnasio del colegio industrial Albert Thomas donde me encontraba entrenando a los más chiquitos. Pero como su categoría ‘75 no estaba armada se quedó con los chicos de la ‘73. El primer partido fue en la cancha chica de Gimnasia por el torneo Víctor Nethol, nos presentamos con dos combinados, y él participó en el B”, apunta Omar en diálogo con 0221.com.ar, a los 67 años y vinculado al Club con “voz y voto” en la captación.

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María Cecilia, la mamá, también de Yesmil y de Iani, lo acompañaba hasta edades de juveniles. Le preparaba el bolso para el entrenamiento y sentía que era “como a un santo”, sin imaginarse que “iba a ser tan activo en el fútbol”, tal como reconocerá con el tiempo. El pibe también disfrutaba compartir algunos ratos lindos con los hermanos del primer matrimonio de Juan Ramón: Mónica, María Alejandra y Fabián.

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Juan Sebastián Verón en las infantiles de Estudiantes dirigido por Juan Ramón.

Juan Sebastián Verón en las infantiles de Estudiantes dirigido por Juan Ramón.

La niñez tuvo un barrio definido, La Loma, una casa de la calle 40 entre 14 y 15, con los estudios primarios en la Escuela 19 “General San Martín”, de 41 y 22. Empezaron los partidos. Emilio El Mujtar fue el entrenador que más veces lo dirigió en el rectángulo de siete. El hombre tenía una empresa de fletes y un día de 1980 empezó a trabajar firme por el futuro de Estudiantes con las categorías de los números impares (desde la 69 a la 83).

El Turco (fallecido) gritaba que “¡venga la marabunta!” y los pibes, entre ellos Sebastián, lo rodeaban para hacerse de un refrigerio y algo dulce en las horas de entrenamiento en calle 1. En ese medio ambiente Verón conoció a un puñado de directores técnicos, entre los de infantiles y juveniles. Partieron de este mundo gente que disfrutó mucho de su forma de ser, Leandro Casanueva (exjugador que ascendió en 1954), Daniel Epeloa (un partido en Primera en 1962), Ramón Pérez (su nombre engalana la cancha grande del CF 5 de Mayo de Ensenada), José Perrotta y el “Negro” Eduardo Villegas, un captador de figuras en todas partes.

También estaban los más jóvenes, Roberto Zuchelli y Angel Di Cianni, y un hombre que, si bien no lo dirigió, con su buen ojo sabía que llegaría muy alto, don Roberto Cicora (jugó hasta que llegó Carlos Bilardo y fue en parte de pago a Español). “Tenía buen tranco, y si bien no era el típico habilidoso que buscaba la gambeta, la pedía y la tocaba bien. Le vi meter goles de tiro libre, desde atrás de la línea media. Como los arqueritos no llegaban al travesaño, le daba alto y con potencia en su pegada”, opinó el “Huevo”.

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Juan Sebastián Verón bajando del micro en un torneo infantil.

Juan Sebastián Verón bajando del micro en un torneo infantil.

Ligas, torneos libres y amistades

En LISFI le hicieron el primer carnet y el que le pidió que firmara es hincha de Estudiantes, Néstor Resiga, vicepresidente de la Liga Sur durante doce años, y colaborador del Pincha donde jugaba su hijo Daniel para la ‘72. La Brujita llegó a la calle 6 número 1370 entre 60 y 61, sede de la mítica Liga Amateur Platense.

Su nombre, firma y foto quedaron en una caja con la etiqueta que decía Estudiantes. Esos antiguos ficheros habían sido donados por el laboratorio Bagó donde trabajaba el propio Resiga.

En 1983 LIFIPA aflojó y le dio lugar a Estudiantes, una excepción para competir que duró una sola temporada. El presidente Paulino Navajas, inmigrante español de Logroño, resoplaba con su creencia de que “los grandes le roban los jugadores a los clubes de barrio”. Verón quedó inscrito como el jugador número 3653 en el libro de la Liga Independiente Platense Amateur. Tenía ocho años.

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Con los pibes de la 74, “a préstamo”. Sentado en un poste, el tercero.

Con los pibes de la 74, “a préstamo”. Sentado en un poste, el tercero.

En primavera y verano integró equipos que armaba Daniel Díaz, el papá de un compañero en el Pincha. Con la camiseta amarilla de Rodados Brotto o de blanco con el nombre de Gomería Juan o Juan, se anotaban y solían terminar en la final. Esos dos comercios ayudaban a comprar el juego de camisetas. “Nos cansamos de salir campeones”, se enorgullece Guillermo Díaz, hijo del DT, que conserva diez cajas de trofeos.

La Brujita lucía botines Puma y era el pibe de una gloria mundial. Una noche en Centro Fomento Hernández empezó de suplente. Cuando un futbolero le mostró que era una medida inconveniente, diciéndole que “venía a ver al pibe Verón”, el DT contestó sin pestañear: “El pibe a veces juega para él solo y por eso hoy no juega de titular”. Daniel y su mano dura, mucho tiempo antes que otro Daniel (Passarella) lo llevara al Mundial de mayores.

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Juan Sebastián Verón en la formación Rodados Brotto.

Juan Sebastián Verón en la formación Rodados Brotto.

Infantiles de AFA: Inicios en la cancha grande

El campeonato AFIM, cuyas sigas significan Asociación de Fútbol Infantil Metropolitano, significaba la competencia de infantiles de AFA, durante tres años. A Sebastián le daban la 8 y en la formación siempre tiene la única pelota. A los doce salió la foto del equipo en Revista Gente y el pibe en un círculo, que denotaba tratarse de un distinto. Su compañero Sebastián Abdala deslizó: “Cancha donde llegáramos había gente que iba a ver al hijo del gran Juan Ramón. Jugaba con una desfachatez y tenía carisma”.

“Éramos chicos y no llegábamos a meter la pelota desde el córner adentro del área, el único que podía era Sebastián, que era flaquito, pero le pegaba fuerte”, contó “Nacho” Torres, quien llegó hasta Cuarta y hoy es odontólogo mientras despunta el vicio en el equipo Senior de la institución.

Juan Sebastián Verón camping.jfif

Se recuerdan los líos que se armaban cuando jugaban al “mata sapo” en el viejo Estadio, y que los perdedores debían “bancarse” los pelotazos frente al frontón… de “fusilamiento”. Claro que a Sebastián no le gustaba perder, y menos en esas circunstancias. Si había que correr para estar en estado, la vuelta al zoológico parecía interminable, y las subidas y bajadas por las Grutas no eran motivo de quejas para el crack.

La “pica” con Gimnasia estuvo siempre, “nos peléabamos pero después terminamos amigos”, comentó Christian Cataldo, un defensor de Gimnasia 1975, que cuentan más triunfos ante Estudiantes, siendo categoría top en el club: campeones en Prenovena y en Séptima. La fiesta de los clásicos casi siempre tenía designado el estadio principal de los dos grandes de la ciudad.

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El aprendizaje de los viajes

En enero del ’88 se dio el viaje más largo para esa camada Pincha. El Mundialito de Río Negro y Neuquén, en su primera edición, tuvo invitados a los dos clubes de la ciudad. La concentración para Estudiantes fue en camas cuchetas de un campamento militar. el Batallón de Ingenieros del Ejército Argentino, a la vera de la ruta 22 (hoy Avenida General Mosconi), a 3 kilómetros del centro.

“Para los chicos fue como jugar el Mundial de FIFA” define hoy el neuquino Ernesto Mayor, encargado de la organización de la única plaza en Neuquén, con partidos disputados en los estadios de primer de Independiente, de la capital neuquina, y en Alianza de Cutral Có.

Mundialito. Concentrados en un Batallón. Juan Sebastián Verón, el quinto desde la izquierda..jpeg
Concentrados en un Batallón para el Mundialito: En cuclillas, Verón es el quinto desde la izquierda.

Concentrados en un Batallón para el Mundialito: En cuclillas, Verón es el quinto desde la izquierda.

En cuartos de final hubo clasiquito platense, una noche veraniega en la que el buffet agotó stock. Por jornada se podían ver cinco partido al precio de una entrada. Y se llevó el boleto a semifinales el Lobo, por 2 a 1, con goles del “Pollo” Roldán y el “Mono” Sánchez, mientras que “Fideo” Tagliani achicó distancias. Este pibe fue, junto a Sebastián, el único que pudo jugar en Primera división de Estudiantes.

El histórico director del torneo, Mario Cesarin, recuerda siempre la presencia de Verón en un emblemático torneo que sirvió de banco de pruebas para José Pekerman cuando comenzó su era en selecciones juveniles. Pablo Romero (hermano de “Chirola”, tres años mayor) fue para la ’75 de Gimnasia manija del equipo, tanto como Verón lo fue en la misma categoría rojiblanca.

Juan Sebastián Verón, detrás de los pibes de Otamendi, en viaje a Mar del Plata.jpeg
Juan Sebastián Verón, detrás de los pibes de Otamendi, en viaje a Mar del Plata.

Juan Sebastián Verón, detrás de los pibes de Otamendi, en viaje a Mar del Plata.

Hubo fines de semana en Mar del Plata, con amistosos ante Al Ver Verás y con Círculo Nicanor Otamendi. Pasaron por un torneo en el Club Provincial de Rosario, donde llegaron a la semifinal con River, que tuvo a Gallardo: “Entró y nos pegó un baile bárbaro”, recuerda el “Turquito” Abdala.

Pero la salida a James Craik, antes de arrancar en Novena, resultó inolvidable para todos y para Sebastián en particular. En ese pueblito cordobés lo alojó una familia de alma pincharrata, que tenía la casa con varias insignias de los campeones del mundo. Allá perdieron la final con Racing de Córdoba, 1 a 0.

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En el pueblito cordobés de James Craik, Juan Sebastián Verón saluda, en primer plano.

En el pueblito cordobés de James Craik, Juan Sebastián Verón saluda, en primer plano.

En 1990, antes que los reyes magos, el 5 de enero pasó Estudiantes con su ’75 por la ciudad de Mar del Plata. Disfrute y compromiso en el Latinoamericano del Club Quilmes, donde llegaron a jugar en el Mundialista, lugar donde los paró Newell’s (futuro campeón) en Cuartos, en partido nocturno y bajo la lluvia. Fue muy parejo el nivel, y se vio hasta en el arco donde alternaban Pablo Fabiano y Damián Garófalo.

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Juan Sebastián Verón en el Torneo Latinoamericano de Mar del Plata.

Juan Sebastián Verón en el Torneo Latinoamericano de Mar del Plata.

En octava, la primera vuelta olímpica

Mientras Sebastián cursaba la Escuela Secundaria 1 “Manuel Belgrano”, de calle 9 y 38, ya iba por el quinto año en la cancha grande. Y se vendrá el grito tantas veces soñado: campeones.

Tuvieron que pasar rivales como Argentinos Juniors (recuerdan que salieron a festejar), y para la final tocó Platense, en el estadio de Español. El torneo llevó el nombre de Marcelo Massad, en memoria de un dirigente del fútbol amateur afista.

Ese campeonato tuvo un golazo imposible de olvidar para el grupo: Verón hizo un gol de saque del medio; cuando se reanudó el segundo tiempo, se la tocaron cortita y sacó el latigazo. “Siempre le pegó bien”, dice Bermúdez. “Era el único que levantaba una pelota pesada como la Pintier y la ponía contra el travesaño”, acota Garófalo. “Estaba todo el día en el club”, sinteriza Javier Labollita, el capitán.

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Por el túnel de 55, la categoría '75 desfila un domingo con fútbol de Primera.

Por el túnel de 55, la categoría '75 desfila un domingo con fútbol de Primera.

Vacaciones entre tres tricampeones

Fue una costumbre compartir vacaciones para las familias de Juan Ramón Verón, Eduardo Raúl Flores y Pedro Verde, sinónimo de goles y discípulos todos de Zubeldía. En la infancia de Sebastián pasaban un mes en cercanías de Miramar, en Villa Golf, cercano al arroyo Las Brusquitas, donde “había una cancha y alguna vez se encontraron jugando con los mellizos Barros Shelotto”, cuenta Pablo Flores, uno de los hijos del “Bocha”. “Este va a ser mejor que Redondo”, anticipaba en secreto de familia el inolvidable 10 que tuvo Zubeldía.

En tanto, uno de los tres hijos de Verde, Pedrito, el primo de Sebastián, descubre una historia no tan grata: “Llegamos a la costa y los primeros tres días se diluvió todo; los mayores jugaban a las cartas, y nosotros no tuvimos mejor idea que pedirle a Juan Ramón, el más dócil, una camioneta que le habían prestado. ‘Queremos música’, le dijimos, pero salimos a andar. La calle estaba barrosa y chocamos. Ese verano nos volvimos antes y sin la camioneta”. Miramar fue el lugar donde conoció a su novia y futura madre de sus primeros hijos, Florencia Vinaccia.

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En tiempos donde no existían predios para jugar torneos privados, Sebastián descubrió un lugar hermoso. Excelente césped, y personas con gran notoriedad corriendo a media máquina, en “la quinta de Cunningham”, ubicada en 143 entre 516 y 517. Entraba un rato, con permiso de Juan Carlos Rulli (prócer de Racing), Ricardo Rezza (de Gimnasia y campeón en San Lorenzo), Aguirre Suárez, Madero, Pachamé, Flores (glorias de Estudiantes).

“A Seba no lo dejábamos gambetear y después le explicamos, si llegó a la Selección fue porque aprendió de nosotros”, había dicho a las risas el recordado Néstor Cunningham, uno de los dueños. Su hermano Fabián Verón también lo llevó “un sábado, antes de la pretemporada, a la quinta de Willy. Enfrentábamos a otros equipos y ya era una bestia, intratable, por eso solo dejábamos que llegue hasta mitad de cancha”.

Juan Sebastián Verón en la cancha auxiliar.jfif
Juan Sebastián Verón en la cancha auxiliar.

Juan Sebastián Verón en la cancha auxiliar.

Salto de calidad tras el Mundial Sub 17

Después de integrar el Sub 17 dirigido por “Mostaza” Merlo, y lograr en Asunción la clasificación para el Mundial de Italia, otra fue la etapa que encaró el crack. Al volver a Estudiantes no jugó en la Séptima y el salto a la Sexta lo unió al grupo de la ’74, donde tuvo a otros compañeros de gran temple y calidad, el nicoleño Gastón Córdoba (vivía en el Demo y llegará a levantar la Copa Libertadores en Olimpia), Martín Mazzucco (talentoso que llegó a Primera y hoy es entrenador) y Sebastián Massa, quien era vecino y compañero del secundario.

El “Cabezón” Massa tiene una relación de afecto perdurable hasta estos días del cincuentenario y no puede dejar de mandar un audio con mucha emoción: “Fue un pibe humilde, de abajo, fue un trabajador que llegó a cumplir sus metas; mirá, en el estadio entrenábamos de dos a cuatro y él después estaba hasta las ocho de la noche pegándole con la pelotita al frontón”.

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La Novena división de Estudiantes con Juan Sebastián Verón en cuclillas.

La Novena división de Estudiantes con Juan Sebastián Verón en cuclillas.

La primera vez en Reserva fue un día antes del cumpleaños 17. Se jugaba en La Plata la tercera fecha del Torneo Clausura y los hinchas colmaron el estadio, con un gran marco también que presentó la hinchada de Quilmes, el rival de una tarde calurosa. El “Bocha” Flores conducía la Primera, que esa jornada golearía 5 a 1, con la figura de Raúl Aredes (un gol de tiro libre) y la efectividad de Fredy Vera y el paraguayo Félix Torres (dos tantos cada uno). Pero el domingo 8 de marzo de 1992 tuvo un hecho singular en el preliminar.

Al mando de Juan Ramón Verón, salieron a demostrar Sessa; Amato, Diego Capria, Zapata, Milanini; Brignani, Soria, Paris, Casiano; Serfatty y Palermo. El Loco enchufó el 1 a 0 a los 16 minutos y los Cerveceros lo pasaron a ganar. La “Bruja” mandó adentro a Edgardo Zapiola y en el minuto 81 decidió cambiar a Serfaty para meter a su hijo, que el día anterior jugó ante Lanús de visitante, por el torneo de Quinta. Fue el debut absoluto de un chico que escribía así una de las últimas historias en su libro de futbolista amateur.

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