Además, Jean-Pierre Papin, empleado del gran club francés, histórico goleador europeo y Balón de Oro en 1991 (el mismo trofeo que Lionel Messi recibió en ocho ocasiones) le acercó a Gero el presente. Cuando le acercaron una cámara, sacó ese niño que cada uno lleva dentro y expresó con viva emoción: "Señor Takashashi, muchas gracias por este regalo, no se imagina cuanto Benji significa para mí. Benji fue, es y será mi ídolo. Lo pondré en casa como si fuera más que un trofeo, porque significa mucho más que eso. No tengo más palabras para agradecérselo".
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La sorpresa de Gerónimo Rulli.
Haciendo una breve historia sobre Los Supercampeones, surgió en 1981 en revistas de Japón y luego en la pantalla, cuando aquel país intentó promover este deporte —la liga profesional sucedería una década después—. El diseñador concurrió en el año ’79 al Mundial Sub 20, que en las lejanas tierras asiáticas tuvo a la Argentina con una brillante selección campeona, de la mano de Diego Maradona.
Entonces, Takashashi —nacido en 1960, otro joven de la misma edad que aquellos jugadores de fútbol— buscó enseñar las reglas y representar la pasión del fútbol a través de sus dibujos. Tras aquella Copa, empezó a verse con el nombre original de Captain Tsubasa, llegó a España como Campeones y a Latinoamérica como Los Supercampeones.
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La Copa del Mundo junto al dibujo de Benji Price.
Dibujitos en la casa del Barrio Hipódromo
Gerónimo nació el 20 de mayo de 1992, hijo único de Adriana García (docente jubilada) y de Omar Rulli (hoy DT de fútbol), puntales en la formación. La madre trabajó en dos colegios privados y el padre en las AFJP y un tiempo en la municipalidad de La Plata. Vivían en la calle 40 y diagonal 114, del barrio Hipódromo, donde recibió en abundancia el cariño de familiares y allegado.
Allí estaba el gen del fútbol, ya con el abueno paterno que armaba equipos de barrio, en Villa Elisa, mucho tiempo antes de que naciera este nieto famoso. Ese abuelo ya fallecido es primo de Juan Carlos Rulli, exjugador de Estudiantes, Boca y Racing, con el que ganó todo (Copa Intercontinental de 1967 incluida) y con el que llegó a jugar por la Selección argentina en las Eliminatorias para el Mundial de México 1970.
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Gerónimo Rulli y la foto de Benji Price.
Tal cual lo pensaron en Marsella, el rostro de Benji Price devolvió a esta figura de La Scaloneta a la época en que nacieron los sueños, cuando entre otros juegos, le gustaba mirar los dibujitos animados de Los Supercampeones, guardar muñequitos y figuritas. Al grito de "¡Benji Price!", Gero volaba y saltaba con una pelota en su casa y después salía contento hacia los clubes de barrio.
El morocho de ojos achinados, parecía potenciar sus ganas de ser un arquero invencible cuando veía a "Benji Price" evitando todo tipo de goles y otros desafíos imposibles. En la carrera deportiva, para Gerónimo también hubo situaciones que eran toda una amenaza, como problemas de rodilla en la edad de crecimiento.
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Gerónimo Rulli en la formación de Ateneo Popular.
Amigos de la escuela y de los clubes de barrio
Vestirse como Benji Prince fue parte de su etapa infantil, por los pantalones largos y la gorra con visera, que movilizó al matrimonio de Ana y Omar, más alguna tía que ayudaba a coser y planchar. "Siempre fue fana de Benji Price y le siguen gustando los animé. Imagino lo que sintió al recibir un dibujo de esa dimensión", expresó a 0221,com.ar, Nicolás Sanguinetti, amigo incondicional, que primero lo conoció como rival en tornos de LISFI y luego fueron compañeros del secundario, etapa en la que se enfrentaban en clásicos de juveniles de AFA, entre las ’92 de Estudiantes y Gimnasia (allí jugaba el hijo del Topo). "Gero debutó en la primera de Estudiantes con el pantalón largo, pero sin gorra", detalló el querido amigo.
El primer club fue Ateneo Popular, de avenida 32 y 120 (cancha chica), en donde Raúl Rosatti, amigo de la familia Rulli, fue el primer entrenador de arqueros y el actual compañero del Dibu Martínez quería mucho (Raúl falleció en la pandemia). En dicha institución, a mediados de los ’90, llegó a colaborar el inolvidable Jorge Kistenmacher, quien fuera preparador físico del Estudiantes de Osvaldo Zubeldía y también ganador de la Copa Libertadores con Peñarol de Uruguay.
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Gerónimo Rulli y la publicación en los diarios de La Plata.
Gerónimo pasó a La Curva, un club de Ensenada donde tuvo al entrenador Leandro Gatelli, quien hace 2 años tuvo despedida como formador, tras dedicarle cuarenta a su vocación de cazatalentos. A los 55 años recuerda una situación digna de un comic pero de la pura realidad que pinta los esfuerzos por mejorar en el puesto. "Una vez lo vi entrenar en el Country de Estudiantes, cuando recién empezaba, y el papá era uno de los directores técnicos de las infantiles. Le buscaba incentivos para que agarre puntería en los saques. Para eso, le ponía alfajores en distintas partes de una cancha auxiliar y cada vez que con un remate tocaba el alfajor, Gero se lo llevaba", contó. En los albores del 2000 recién empezó a hablarse de entrenadores de arqueros y para los pibes Pincharratas oficializaron a Juan Sanelli, arquero que campeonó en el torneo de Reserva ‘91/’92.
En busca del éxito, Gerónimo Rulli siguió su propio guión
La pasión por los compañeros y por los triunfos, contra situaciones adversas, es un poco el leiv motiv de la serie japonesa, que estaría emparentada a la vida de Gero. Sus padres se separaron cuando tenía diez años, y vendrán situaciones de dolencia física, para tomar aprendizaje y sobreponerse. Antes de firmar su primer contrato profesional había padecido de displasia de rótula en sus dos rodillas.
"Voy a llegar, yo voy a jugar", se proponía en cada visita a los médicos del club, Eugenio, Montenegro y Ermili. Su objetivo era jugar al fútbol y triunfar en Primera. Hubo momentos en que no podía pisar del dolor, y para evitar una lesión en los cartílagos, tuvo que caminar con muletas y movilizarse en silla de ruedas. El plan era operarlo recién cuando concluyera la edad de crecimiento.
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Gerónimo Rulli en el fútbol infantil.
Cuando el fútbol alegraba sus tardes, no hubo como el sábado 13 de marzo de 2004, cuando nos doscientos chicos y con mil personas en las tribunas cantaban y agitaban banderas al ritmo de ocho partidos finales, en el Estadio Único de La Plata, hoy Diego Maradona. Aquel torneo interligas juntó a los mejores equipos de LIFIPA, LISFI, APLAFI y LAFIR, con chicos de entre 6 y 13 años. La categoría ’92 de Estudiantes (de LIFIPA), con Rulli en el arco, empató 1 a 1 con un club de barrio, San Cayetano (de LISFI). Cuando definieron desde el punto pena, a lo Benji, pudo intuir el remate sobre su palo derecho y desviar el balón con una estirada, que convirtió a sus compañeros en "súper campeones" del fútbol infantil.
Pero la fecha de los sueños que parecen imposibles llegaría once años después. El 8 de abril de 2013 debutó en primera división con el escudo que lleva en su corazón, Estudiantes, que igualó en su visita a Arsenal en un gol. A su lado, Chapu Braña, la Gata Fernández y el autor del gol, Leonardo Jara. Medía 1,89 y empezó a vislumbrar el futuro, para no dejar de brillar, tanto es así que llegó a ganar un título de la Europa League (con el Villarreal español), con su destaque en la serie de penales y un gol propio. Luego, la convocatoria a la Selección y el título del mundo y la Copa América con el técnico Lionel Scaloni, quien volvió a convocarlo para la doble fecha FIFA que se avecina.
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Gerónimo Rulli en sus inicios en la Selección argentina.
Más allá de la cara del éxito que impulsa a los futbolistas, el dibujito que le obsequió la entidad francesa, ha visibilizado la esencia que habita en el alma de cada profesional. Un lugar íntimo en el que todos coincidieron, el momento de la infancia en que decidieron dar lo mejor por la trascendencia deportiva y la superación personal.
Y así como Benji Price, el grandioso Gerónimo Rulli encarnó esa lucha diaria. Ahora, exhibe entre sus pertenencias, el dibujo personalizado en una mesita del living, al lado de la réplica de la World Cup.