A sus 25 años, el tenista nacido en La Plata, Tomás Etcheverry, sigue creciendo a pasos agigantados en el deporte. Actualmente ocupa el puesto 39 del ránking ATP y es parte del equipo estable de la Selección argentina de Copa Davis. Sin embargo, su historia comenzó bajo la tutela de su primer entrenador, Gustavo Merbilhaa.
Hasta el momento, desde que hizo su debut en el cuadro principal de un torneo ATP en el Delray Beach Open del año 2021, lleva acumulados 3 títulos Challenger en individuales y 1 en dobles, además de haber sido finalista en 3 finales de torneos ATP como fueron los de Houston, Estados Unidos, y Santiago de Chile, ambos en 2023, y Lyon, Francia y siempre en la superficie de polvo de ladrillo.
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El desafío de la Copa Ciudad de La Plata
—¿Qué significa organizar un evento como este y cuál es el objetivo?
—Este evento en realidad lo imaginamos con mi socio Martín Charamondia el año pasado y empezamos a darle forma y empezamos con la organización, con contactar a Tomy y a Thiago. A partir de ahí ver el lugar, contactarnos con la Municipalidad y con los diferentes sponsors para poder solventar todo este evento que en realidad es la primera vez que hacemos algo tan grande.
Hemos hecho ya algunos eventos, clínicas, exhibiciones, pero no de este tamaño y es un gran desafío para nosotros. Estamos realmente muy ilusionados, queremos que salga todo perfecto y estamos haciendo todo para que así lo sea. El objetivo principal es festejar el tenis de nuestra ciudad. En realidad, es una forma de homenajear a estos dos jugadores que se formaron en la ciudad, desde sus comienzos, desde los 7 años hasta los 17, tanto Tomy como Thiago entrenaron acá, hicieron toda su etapa de formación en la ciudad y ahora llegaron a un nivel en el cual Tomy está entre los 30 o 40 del mundo y Thiago también estuvo 90.
Nunca tuvimos eso en la ciudad de La Plata. Y para mí es algo que se debe mostrar y fomentar y que la gente los pueda ver. Los chicos al jugar en el exterior todo el tiempo tiene muy pocas ocasiones la gente de verlos y verlos de tan cerca. Entonces, se nos ocurrió hacer un partido exhibición e en el cual la gente los tenga ahí al lado y coronar un poco todo esto con invitando a todos los clubes de la región que traigan sus escuelitas, que los chicos tengan contacto, que puedan jugar un poco con ellos, firmar autógrafos y a su vez también, homenajear un poco a Paddy Quevedo, que es un referente en cuanto a la formación y la enseñanza en la ciudad, y también como para agradecer a todos los sponsor que colaboraron para que este evento sea posible.
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La historia de Tomás Etcheverry
—¿Qué le viste y cómo fue trabajar con él en sus inicios?
—Con Tomy empecé a entrenar a los 7 años cuando recién me lo trajeron sus padres. Enseguida noté que era un chico diferente. Yo en realidad le enseño a todo el mundo igual, pero notás que el chico trae cualidades que son diferentes. Aprendía con mucha con mucha velocidad, asimilaba todo muy rápido, entendía el juego y ya con dos o tres clases empezó a cambiar su juego y a notar que había una gran diferencia con los demás. De hecho, ya a los 10 años acá en La Plata empezó a competir en 12, después en 14 y llegó a competir hasta en 16 y seguía ganando, con lo cual dije, "Upa, eh, esto va en serio".
Después fue campeón nacional en todas las categorías, 10, 12, 14, 16, 18 y llegó a estar a los 17 años 10 del mundo, hasta que yo ahí dejé de entrenarlo, pero ya se notaba que tenía cualidades y sobre todo una perseverancia y un perfeccionismo en todo lo que hacía. Era extremadamente, es extremadamente individualista, busca perfeccionarse y siempre hacer lo mejor y le pone mucho, es muy voluntarioso.
Siempre me pedía entrenar cada vez más. Yo empecé entrenándolo tres veces por semana, una hora. Después pasamos a entrenar todos los días una hora porque era muy chiquito y después empezó a hacer preparación física también como para ir preparándolo para él siempre apuntó a ser tenista profesional. Él tenía su idea muy clara de lo que quería hacer y los resultados iban avalando también un poco ese progreso. Así que desde muy temprana edad ya se ve en manos de Sebastián Pascuas, que era el que yo le confié la parte física. Y bueno, empezamos a trabajar ahí, tratando de respetar todas las etapas de crecimiento para que no se lesione y que vaya formándose.
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—¿Podrás compartir alguna historia, anécdota o vivencia con él?
—Un día él siempre me decía que era poco lo que entrenaba, que él quería entrenar más y yo le decía que estaba bien, que eran tan importantes los entrenamientos como los descansos, para para que este fresco y puede entrenar bien. Y ante su insistencia, un día me acuerdo que creo que tenía 15 años, le dije: "Bueno, que ahí vamos a entrenar hasta que no des más, y vas a ver que no es por ahí". Bueno, empezamos a entrenar 1 hora, 2 horas, 3 horas, 4 horas y no bajaba los brazos y me acuerdo que le dije: "Listo, me cansaste".
Entrenamos 4 horas seguidas. Creo que tenía 15 años, pero le di el entrenamiento más fuerte que le podía haber dado y él seguía ahí, o sea, nunca bajar los brazos y es un poco como es el hoy, ¿no? Yo lo noto que él entrena a conciencia y está constantemente tratando de mejorar y perfeccionar y aprender de los demás.
El futuro de Tomás Etcheverry
—¿Qué sentís al ver el crecimiento de Tomás Etcheverry en el mundo del tenis?
—Siento mucho orgullo en la realidad que quería a Tommy como como un hijo. Imagínate que lo veía todos los días. Vivía y compartía muchos momentos en casa. Uno de sus mejores amigos es mi hijo que tiene la misma edad, así que sé que estuve mucho en su formación, tanto como tenista como como persona, así que imagínate que verlo ahí para mí es todo placer y todo orgullo, ¿no?
El día de hoy seguimos teniendo una charla fluida. Le digo, le digo lo que me parece. Siempre soy muy crítico en mis en mis conversaciones, pero él entiende que es así, entiende que es lo que le digo es para su bien, la verdad que estoy muy contento. Creo que puede seguir evolucionando. Creo que no llegó a su techo. Creo que llegó a un lugar donde él lo puede mantener fácil. Ahora el salto para subir es un poquito más difícil, pero tiene con qué, le juega de igual a igual a los mejores del mundo. La gran diferencia a veces es nada, es a veces mental, es creerlo un poco y bueno, si tiene cositas para mejorar todavía técnicamente, pero sé que lo va a hacer.