miércoles 29 de enero de 2025
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Ficción o realidad

Julio Verne, el novelista que imaginó una ciudad como La Plata antes de que fuera fundada

El nombre del escritor francés suele asociarse con La Plata y su propuesta urbanística. Novela anticipatoria, pujas políticas y una exposición en París donde la capital provincial fue declarada "Ciudad del Futuro".

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Aunque parezca increíble, el mito que víncula el proyecto urbanístico de la ciudad de La Plata y la obra del extraordinario escritor francés Julio Verne nació de los ataques y el descreimiento que generaba la iniciativa impulsada por Dardo Rocha entre sus detractores. Luego, una vez concretada la ciudad de las diagonales, se consolidó en base a sus similitudes con France-Ville, una urbe ideal reflejada en la novela Los quinientos millones de la Begum, escrita por Verne en 1879, tres años antes de la fundación de la capital bonaerense. Cada vez que se habla el tema queda sobrevolando el mismo interrogante sobre la incidencia del autor de La vuelta al mundo en 80 días en el plano platense.

El asunto adquirió otro ribete cuando, en 1889, el responsable de la delegación Argentina en la Exposición Universal de París, Santiago Alcorta, ligó para siempre el nombre del escritor con la ciudad nacida de un plano.

- ¡He aquí señores, para maravilla de todos ustedes, la ciudad de Julio Verne!

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Eso, o algo así, dijo Alcorta el 25 de mayo de 1889 mientras engolaba la voz ante un calificado grupo de personas que tuvo como invitado especial el presidente francés Marie Francois Sadi Carnot, frente al Pabellón Argentino en la Exposición Universal de París organizada como parte de las celebraciones del centenario de la Revolución Francesa.

Con un ademán refinado Alcorta llevó lentamente su brazo hacia el panel en el que, detrás suyo, se exhibía la colección de 25 fotografías que permitían ver los grandes palacios construidos en la ciudad fundada por el gobernador Dardo Rocha el 19 de noviembre de 1882, poco más de seis años antes de la escena parisina.

Las imágenes de La Plata en aquel evento generaron un gran impacto y fueron una de las joyas de la presentación. En rigor, la participación del país en el encuentro internacional fue descollante. Junto al profuso material sobre La Plata en la muestra se presentaron cultivos, carnes refrigeradas, maderas, vinos, tejidos, cristales y libros, entre otros productos.

El pabellón nacional, una verdadera mole de acero y vidrio de 23 metros de altura y 3000 metros cuadrados cubiertos, diseñado por el arquitecto francés Albert Ballu, fue premiado como el mejor entre los exhibidos por países extranjeros y provocó una gran atracción entre los concurrentes que se agolpaban para recorrer sus instalaciones ubicadas apenas a metros de la imponente Torre Eiffel, inaugurada para la ocasión.

Para dar a conocer a La Plata se exhibieron, además de las fotos, las estadísticas de la provincia dirigidas por el Emilio Coni además de sus trabajos “Capital de la Provincia de Buenos Aires”, publicado en 1885, y “Progresos de la Higiene en la República Argentina”, que contiene un capítulo titulado “Una ciudad higiénica. La Plata, Capital de la Provincia de Buenos Aires”. El material fue distinguido por los jurados de la Exposición, con medalla de plata. También fueron premiados con medallas de plata los ingenieros Francisco Lavalle y Juan Bautista Médici por sus estudios sobre las obras de salubridad y agua corriente para la ciudad.

"Hemos presentado a La Plata como la ciudad de Julio Verne, y ha producido gran admiración"; Santiago Alcorta.

De las 67 medallas de oro adjudicadas a la sección argentina, una fue otorgada al gobierno de la provincia de Buenos Aires por el plano en relieve de La Plata y otra al Departamento de Ingenieros del mismo por el Registro Gráfico, plano de la ciudad, el único de los planos conocidos con la firma de Pedro Benoit, como responsable del proyecto en su carácter de titular del Departamento de Ingenieros. La Plata fue catalogada en aquella oportunidad como “ciudad del futuro”. Se destacó su traza geométrica y la disposición de sus palacios y espacios públicos.

Al término de la exposición de París Alcorta –que otrora había sido ministro de gobierno de Carlos Tejedor, cuya derrota abrió las negociaciones que terminaron en la creación de La Plata- elaboró un pormenorizado informe en el que combinó aciertos y errores. En ese trabajo señaló que “Las fotografías de las escuelas de la capital y las de los palacios de La Plata, que hemos presentado, llamando a ésta, la ciudad de Julio Verne, han producido admiración en todos, entre la gente instruida, como entre los simples curiosos”. En el voluminoso documento de 650 páginas titulado “La República Argentina en la Exposición Universal de París 1889. Colección de informes reunidos”, el delegado del gobierno apuntó algo que le había llamado la atención de la reacción de los visitantes del pabellón: “la impresión que esas vistas producían en el espíritu de los visitantes del pabellón, y que se traducían en sus exclamaciones: ¡hay cosas como las de aquí!; ¡hay tramways, hay plazas, hay jardines como los nuestros!”.

Según crónicas de la época recogidas por varios investigadores de la ciudad, entre los presentes en el Pabellón Argentino estuvo el mismísimo Verne de quien hasta se ha llegado a decir que en aquella ocasión le entregó en mano a Dardo Rocha una de las distinciones. Versión que alimenta la leyenda pero es de dudosa comprobación.

No es fácil establecer, no obstante, si aquella utlilización del nombre del novelista francés en la presentación oficial fue un golpe de efecto propagandístico premeditado o no; lo cierto es que se trata uno de los escasos elementos concretos de un vínculo alrededor del que durante todos estos años se ha alimentado un vigoroso mito.

BURLAS Y CONCRECIONES

De la prolífica y visionaria narrativa de Julio Verne, que por esos años se había vuelto un exitosísimo escritor cuyas sagas futuristas deslumbraban al mundo entero, se desprende su preocupación manifiesta por los avances de la ciencia y el urbanismo; en especial su vinculación con el higienismo que era una corriente en boga en aquel momento. Era tal su ingenio que en sus creaciones no sólo imaginó ciudades del futuro sino también submarinos, máquinas voladoras y viajes espaciales siendo considerado uno de los padres de la ciencia ficción. Alguna vez escribió: “Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad”.

Al revisar su obra es posible advertir la importancia que le daba a la construcción de los entornos urbanos para sus historias a la vez que resulta ostensible la profundidad y amplitud de sus conocimientos sobre las ciudades de su tiempo y los problemas que las afectaban. Imbuido de la concepción sansimoniana del “progreso continuo”, que caracterizó su época, seguía con avidez las discusiones derivadas de la era del industrialismo. Las ciudades imaginarias de sus textos están inspiradas en su interés hacia lo utópico en relación con la complejidad de lo urbano, los avances técnicos de la arquitectura y las teorías sostenidas por los sanitaristas.

En ese tiempo, las novelas del escritor francés eran leídas con fruición en el Río de La Plata. A medida que la el proyecto impulsado por Dardo Rocha fue tomando cuerpo crecieron también sus detractores que fueron quienes lanzaron la consigna de La Plata como “la ciudad de Julio Verne” con un sentido irónico y peyorativo con el que buscaban señalar que la metrópoli en ciernes sólo era una fantasía como acostumbraban las historias del autor de De la tierra a la luna y que nunca llegaría a concretarse. Rápidamente ese planteo prendió en los periódicos porteños y la asociación comenzó a naturalizarse.

En ese sentido, suele citarse un editorial publicado en El Diario el 14 de noviembre de 1882 -a cinco días de la fundación- titulado “Obras son amores”. Allí se indicaba: “Los literatos de primera camada, aquellos que se nutren de la lectura fácil de las novelas modernas y saben su historia y su ciencia tal como la explican los romances populares, encontrarán ocasión propicia para decir que La Plata es una ciudad fantástica, una ciudad a lo Julio Verne”. En su conclusión el artículo sale en defensa de la iniciativa oficial y sostiene que “Ya nadie lo pone en duda; han desaparecido los literatos romancistas, que la llamaban ‘ciudad a lo Julio Verne’. Todos los que antes la negaban hoy están callados”.

Fundado el 8 de septiembre de 1881, El Diario era uno de los periódicos porteños más importantes de la época dirigido por Manuel Láinez, quien lo convirtió un órgano pro oficialista y, en ese contexto, uno de los principales promotores de la nueva capital así como, luego, de la candidatura de Dardo Rocha a la Presidencia de la Nación. Durante la gobernación de Rocha, Láinez alternó su actividad empresarial periodística con cargos políticos: fue secretario de la Cámara de Senadores bonaerense y luego, a partir de 1882, diputado provincial.

El plano original de La Plata
Otras publicaciones que rastrean o especulan sobre posibles lazos entre el escritor y la ciudad hasta mencionan posibles encuentros de Verne y Benoit tanto Europa como en Buenos Aires, donde el francés habría estado en una difusa fecha de la década de 1870. Esta última versión, era sostenida por fallecido el historiador Eduardo Sebastianelli quien señalaba como punto de contacto la masonería. Ya que Verne habría visitado Argentina para participar de un congreso masón y la mayoría de los proyectistas y colaboradores de Rocha participaban de las logias ante las que el escritor habría expresado sus ideas urbanísticas. No obstante quienes han estudiado la vida de Verne aseguran que al contrario que los personajes de sus libros, el escritor apenas salió de Francia. Sus viajes pueden contarse con los dedos de una mano: visito Escocia, Inglaterra y Escandinavia, e hizo un crucero a Nueva York.

En la gestación de La Plata participaron varios médicos higienistas que conocían la ciudad imaginaria de "Higeia", creada por Benjamin Ward Richardson que Verne usó como inspiración para su France-Ville.

LA HERENCIA DE LA BEGUM

En 1879, tres años antes de la fundación de La Plata, Julio Verne publicó, la novela Los quinientos millones de la Begum. Allí, dio vida a una urbe perfecta llamada France-Ville cuyos rasgos tienen llamativas similitudes con la ciudad de las diagonales.

Entonces, cabe preguntarse si Benoit y sus colaboradores en el Departamento de Ingenieros se habrían inspirado en la novela para desarrollar el trazado de la capital bonaerense. Es bueno resaltar, asimismo, que el libro de Verne se lanzó aún antes de que se acordara la cesión de Buenos Aires y surgiera, consecuentemente, la necesidad en la provincia de contar con una nueva capital.

Las calles cruzadas en ángulo recto están trazadas a distancias iguales, tienen una anchura uniforme, están arboladas y se las designa mediante número de orden

En realidad, Los quinientos millones de la Begum se basa en otro texto escrito en 1877 por el periodista -por entonces escritor novato- Jean François Paschal Grousset bajo el pseudónimo de André Laurie. Titulado originalmente como La herencia Langevol ese material llegó a manos del editor Pierre-Jules Hetzel con el que Verne estaba vinculado desde 1862 cuando le acercó una especie de crónica sobre un viaje en globo que el editor rechazó y le sugirió que la transformara en una novela. Así nació Cinco semanas en globo, aparecida al año siguiente que dio paso a la serie “Viajes Extraordinarios” en la que combinó el entretenimiento con la difusión de los conocimientos. Obsesivo lector de revistas científicas y geográficas, sostenía que cada dato en sus obras “ha sido examinado al detalle y es rigurosamente exacto”.

Al leer el relato de Paschal, Hetzel decidió comprar los derechos de la obra y al año siguiente se la dio a Verne para que la corrija. El autor de Veinte mil leguas de viaje submarino fue más allá y prácticamente la reescribió. En 1879 se publicó inicialmente en la revista parisina Magasin d’Éducation et de Récréation y ese mismo año apareció en formato libro.

Según la trama, inesperadamente, dos hombres de ciencia, el médico Sarrasin y el profesor Schultze, reciben desde un estudio de abogados de Londres la noticia de que se les ha asignado una fabulosa herencia vacante de la Begum Gokool de de Ragginahara, provincia de Bengala en la India. Begum era una palabra con la que, según la tradición, se nombra a una viuda con un título honorífico. En este caso la mujer no tenía descendientes directos.

Sarrasin decide dedicar su parte para el progreso de la humanidad y se propone construir la ciudad ideal de France-Ville, en la que sus habitantes vivan de manera más saludable y armónica. En cambio, Schultze, propone una ciudad fabril donde se producen armas para las potencias del mundo. En la urbe bautizada como Stahlstadt o Ciudad de Acero, se fabrica un cañón gigante que apunta a la vecina France-Ville. Así da forma el autor al núcleo principal del argumento que es la construcción de dos ciudades opuestas en todo sentido y despliega una formulación utópica epocal a la vez que una interpelación acerca del poder del dinero y el avance del imperialismo. En la obra, resulta visionario el uso del gas toxico y los misiles aereos, armas utilizadas 35 anos despues en la Primera Guerra Mundial.

SEMEJANZAS

La primera gran coincidencia entre La Plata y France-Ville es que la novela trae la idea de erigir una ciudad desde cero, libre de los vicios de las grandes metrópolis de occidente. Sin embargo hay más.

En estos tres párrafos tomados del texto encuentran los especialistas rasgos en común en las propuestas de ambos proyectos urbanísticos: “El planteo de la ciudad es esencialmente simple y regular, de manera que pueda prestarse a todos los desarrollos. Las calles cruzadas en ángulo recto, están trazadas a distancias iguales, tienen una anchura uniforme, están arboladas, y se las designa mediante número de orden.”

Cada medio kilómetro, la calle, un tercio más ancha, toma el nombre de bulevar o avenida y presenta sobre uno de sus costados un espacio al descubierto para los tranvías y ferrocarriles metropolitanos.”

“En todos los cruces habrá un jardín público, ornamentado con hermosas copias de obras maestras de la escultura, en espera de que los artistas de la ciudad produzcan creaciones originales dignas de reemplazarlas.”

En su texto Las utopías urbanística verneanas y La Plata el arquitecto Julio Ángel Morosi cotejó los planteos de Verne para France-Ville con el plano platense y observó otras importantes similitudes: el emplazamiento de bulevares cada medio kilómetro, la distribución de espacios verdes y la preservación del Bosque.

El urbanista advirtió que “las coincidencias no se limitan sólo a lo formal, por el contrario, otros rasgos comunes pueden descubrirse fácilmente. Un aspecto debe ser destacado muy especialmente. Verne, había señalado, en su texto París en el siglo XX (una novela que Hetzel se negó a publicar en su momento y que recién vio la luz en 1994), la pobreza y sordidez de los ensanches inducidos por el industrialismo en las grandes ciudades. Ellos los convertía en lo que Mumford ha llamado con acierto ‘El paraíso paleotecnológico: la ciudad carbón’. Por ello, en su modelo France-Ville insiste particularmente en la importancia del equipamiento urbano y especialmente del equipamiento cultural y el ornamento estético, así como el arbolado. Se detiene particularmente en aquellas medidas tendientes a asegurar las posibilidades ambientales e higiénicas que favorezcan que los habitantes puedan ‘desarrollar su potencial cerebral y muscular’, como él lo expresa".

Después de leer detenidamente la novela en busca de las semejanzas Morosi se abocó al proyecto platense. Observó que en su descripción, "Benoit destaca y detalla especialmente la introducción de los edificios públicos, que comprenden los de educación y cultura, así como su cuidadosa distribución homogénea en la traza urbana, para asegurar el fácil acceso a los mismos, por parte de toda la población. Como es natural, los contemporáneos de La Plata advirtieron prontamente estas coincidencias y, por ello, la nueva capital provincial comenzó a ser conocida como ‘la ciudad de Julio Verne’”.

Otros puntos del diseño de La Plata que enumeró el expero son: El perímetro de la ciudad es un cuadrado perfecto; se establecen bulevares a cada seis manzanas; la forma general de las manzanas está representada por cuadrados de 120 metros por costado; se fijó un ancho de 18 metros de muro a muro, calculando una vereda de 2 metros; Se creyó más conveniente dar a los bulevares de esta ciudad un ancho de 30 metros de muro a muro, con una vereda de cuatro metros, quedando, por lo tanto, una superficie libre para rodados de 22 metros, dimensión que permitía hacer un plantío de árboles en el centro. Por último, las calles y avenidas han sido designadas con números.

Los detractores del proyecto de Dardo Rocha cuestionaban la construcción de La Plata y apostaban a que no se concretara.

En 2005, al cumplirse cien años de la muerte de Julio Verne el municipio platense organizó una serie de actividades para conmemorar al que fue considerado como “primer creador de La Plata”. Entre las actividades se presentó el libro Verne y La Plata del arquitecto Rubén Pesci, tenaz impulsor de la postulación de la ciudad para ser considerada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. En el texto se sostiene que, de algún modo, La Plata hereda y replica el diseño imaginado por el escritor francés y al empeño de un grupo de masones autóctonos. Se apuntan las semejanzas de las avenidas o bulevares cada medio kilómetro; los jardines o plazas y la ornamentación del espacio público, entre otros elementos

Último dato: Para obtener residencia en France-Ville era necesario "ser apto para una profesión útil en la industria, las ciencias o las artes y a comprometerse a respetar las leyes". Esa sí que parece una verdadera utopía.

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Begum es un segmento periodístico de calidad de 0221 que busca recuperar historias, mitos y personajes de La Plata y toda la región. El nombre se desprende de la novela de Julio Verne “Los quinientos millones de la Begum”. Según la historia, la Begum era una princesa hindú cuya fortuna sirvió a uno de sus herederos para diseñar una ciudad ideal. La leyenda indica que parte de los rasgos de esa urbe de ficción sirvieron para concebir la traza de La Plata.

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